Este artículo surge de una pregunta: ¿qué esperamos de la mediación en arte? En los últimos años la figura de la mediadora y los departamentos destinados a este recurso están proliferando sensiblemente. Cada vez son más los profesionales del arte que se dedican a esta tarea con el fin de reducir la distancia entre el trabajo de los artistas y los públicos generales. En la constante evolución de los museos por amoldarse a las demandas socioculturales, primero fueron la integración de departamentos destinados a diseñar programas didácticos, después definir su presencia en las redes sociales, y casi en paralelo a esto último, entró con fuerza la mediación artística. Con una pierna en el museo y otra en la calle, los equipos de mediación se esfuerzan por plantear estrategias para que los museos dejen de parecer aterrizajes marcianos en barrios deteriorados (El Raval, Lavapiés o La Térmica) y despierten el interés de sus vecinos o, como informa el MNCARS en su página web, “la mediación cultural surge como respuesta a la necesidad del Museo de promover nuevas vías de comunicación con el visitante y de poner a su alcance los contenidos desplegados”.
Como respuesta provisional podrían usarse tres preposiciones: en, entre, hacia
Como respuesta provisional podrían usarse tres preposiciones: en, entre, hacia. La primera serviría para referirse al contexto en el que se produce la mediación: arte, la segunda para recordar que es participe de un entramado relacional: públicos, y la tercera, incide en la vocación proyectual de la que nace: potenciar los sentidos que despierta el arte. El contexto del arte es un entresijo de valores, materiales e inmateriales, que encierra muchas contradicciones en el propio sector especializado, por ello se requiere una toma de postura para ser sincero con los públicos. Los agentes que participan en este tejido lo hacen desde un bagaje personal (conocimientos, experiencias, etc.) por lo que se deben abrazar las particularidades afín de expandir los sentidos puestos en juego. Por último, y asumiendo el carácter humanista de las artes, la experiencia de los receptores se acumula proyectándose hacia el futuro y manifestándose en sus formas de pensar el mundo.
Hace una semanas fui al Museo del Prado, tan obcecado en el arte contemporáneo a veces me olvido que Mariano Fortuny, por ejemplo, también fue un artista contemporáneo. Empecé bien dispuesto deteniéndome frente a cada obra, leyendo atentamente las cartelas, fijándome en las pinceladas y consultando google en alguna ocasión.…
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