“Why have there been no great women artists?” Corría el año 1971 y esta simple pregunta le bastó a Linda Nochlin para revolucionar el sistema crítico del arte. Hoy resulta difícil de creer. ¿Nadie se lo había preguntado antes? ¿O es que la pregunta no resultaba entonces siquiera audible? ¿Por qué no existen las grandes mujeres artistas en la Historia del Arte?
Quizá no existiera la pregunta, pero si existían respuestas. Giovanni Boccaccio, el mayor humanista italiano, afirmó categóricamente que el arte es ajeno al espíritu de las mujeres, pues esas cosas solo pueden realizarse con mucho talento, cualidad casi siempre rara en ellas. También es conocida la opinión de Baudelaire, según la cual en toda mujer de Letras hay un hombre fracasado, o la de Schopenhauer, que creía que solo el aspecto de la mujer ya revela que no está destinada ni a los grandes trabajos de la inteligencia ni a los grandes trabajos materiales. Nietzsche, Rousseau, Molière, Oscar Wilde, hay un océano de citas para elegir. No son una acumulación de anécdotas o de expresiones inocuas y desafortunadas, sino que expresan una verdad histórica del pensamiento europeo. En su célebre artículo publicado en ARTnews, Nochlin se refiere a esa verdad como la white male subjectivity, la única visión del mundo legitimada desde tiempos inmemoriales y considerada digna de una historia: “en Occidente, la excelencia ha sido definida desde la antigüedad como blanca, occidental, privilegiada y, sobre todo, masculina […] Las estructuras institucionales y sociales han hecho imposible para las mujeres lograr la misma excelencia artística o el éxito que los hombres, sin importar su potencial o su talento”.
“En Occidente, la excelencia ha sido definida desde la antigüedad como blanca, occidental, privilegiada y, sobre todo, masculina (…)”
La escritora Ángeles Caso retoma esta idea de Nochlin en su libro Ellas mismas. Caso describe el canon androcéntrico a través del cual se ha construido una Historia del Arte “de la que las mujeres fueron expulsadas a patadas”. Y propone un sencillo ejercicio para comprobarlo: “busquen un manual de Historia del Arte Universal, el más grueso y completo que puedan encontrar, y recorran pacientemente el índice de artistas […] La inmensa mayoría de los nombres que van a encontrarse serán masculinos […] los nombres femeninos, en cambio, ocupan solo una parte sustancial del índice de temas con palabras como condesa, reina, Virgen María, Venus, Santa Cecilia o Cleopatra.…
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