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“Try again. Fail again. Fail better”. Cuerpo y fitness en la sociedad posindustrial

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Hannah Black, Bodybuilding, 2015.

Abre Instagram, su algoritmo te lleva una y otra vez a consumir contenido que promueve la vida saludable y el fitness, quizás no eres consciente, pero estás siendo contaminado por el Healthism1El neologismo Healthism aparece por primera vez en el artículo: “Healthism and the medicalization of everyday life”, publicado en 1980 y escrito por el economista político Robert Crawford.. Esta tendencia del cuerpo sano no es nada nuevo, es un anacronismo histórico, responde a una temporalidad estancada en las políticas de identidad iniciadas a finales de los años setenta. Es en esta década cuando nace la idea del cuerpo contemporáneo, se produce un abandono de la política social y el concepto de colectividad se disipa, con la disolución de la subjetividad de la conciencia de clase en los países de occidente. Bajo esta coyuntura comienzan multitud de corrientes de pensamiento asociadas a la posmodernidad, centradas en políticas en torno a la identidad. Una identidad que, en el contexto de la incipiente sociedad posindustrial, se encuentra atravesada por la proliferación de políticas basadas en la comercialización del cuerpo, a través de ámbitos como el fitness, la cirugía estética y las dietas.

En esta coyuntura aparecen nuevas estructuras biopolíticas que producen formas de reasignación de género que, a pesar de friccionar con la hegemonía, en ocasiones son sensibles a ser fagocitadas y desactivadas. Y es que el cuerpo, una vez más, se convierte en un discurso que perpetúa las estructuras preexistentes2Roger Cooter, “El giro del cuerpo: Historia y política de lo corpóreo”, ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura (2010), pp. 393-405., a través de la repetición y legitimación de los cánones de los que intenta desvincularse. Dos iconos del fitness para mujeres como son Jane Fonda en el contexto estadounidense y Eva Nasarre en el caso español pueden demostrar cómo la dicotomía de género, en lugar de subvertirse, se continúa regularizando a través de esta disciplina. Jane Fonda, desde los años setenta, con la comercialización de sus workout en distintos formatos, y la propulsión de un estilo de vida saludable, releía los límites entre lo público y lo privado, provocando que las mujeres de clase media no racializadas tuviesen que negociar la apariencia y la performatividad de sus cuerpos. En el caso de Nasarre ocurrió algo similar, la importación de modelos estadounidenses en el contexto español de los años ochenta visibilizó el cuerpo de la mujer, que había estado subrogado al ámbito doméstico durante los años de la dictadura.…

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