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Cuando la denuncia social es también poesía

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Enrique Ramírez, La Casa, 2011. Fotografía de Daniela Shroder.

Varados, Enrique Ramírez.
Galería Die Ecke Arte Contemporáneo de Barcelona. Hasta el 9 de noviembre de 2018

Existen muchas formas de tratar la inmigración desde el arte: bajo una mirada lacaniana, desde la otredad entendida como aquello que es exótico o bien a partir de lo que Georges Didi-Huberman describía recientemente en Barcelona como la mirada en la que testimonio y autor son humillados por igual. Esta última, la más necesaria y sin embargo la menos usual, es la que adopta Enrique Ramírez en su obra. Una perspectiva que durante estos días se puede ver en Varados, la exposición que Die Ecke Arte Contemporáneo le dedica en Barcelona hasta el próximo 9 de noviembre.

Entre las obras que conforman la muestra encontramos la de un cuerpo inmigrante flotando sobre el océano. Un cuerpo disidente que lleva una bandera de la libertad sobre su tórax, tan agarrada a él que parece que en cualquier momento vaya a herirle. Es el cuerpo de Henry Churchill, un joven africano que a través del nombre del oficial del ejército británico justifica la necesidad de partir de ese continente y arriesgarse. Lo hace mientras se desplaza por un bosque, a la vez que la cámara va al compás de sus ágiles pasos y le sirve de oyente. Ante ella relata su pasión por el boxeo y recuerda el espíritu sanguinario de su padre. Cuando la imagen central del vídeo regresa al azul endémico del mar, de nuevo el cuerpo de Churchill es el protagonista. La cámara se pasea por su alrededor, recorriéndole lentamente el rostro y fijándose sobre su mirada, por momentos abatida y en otros tan repleta de vida.

La mirada bajo la cual se articula el discurso está sujeta a esa condición de igualdad mencionada anteriormente, algo que en esta obra es potenciado con el hombre de raza blanca que ayuda a Churchill a subir a la tabla que lo mantiene a flote. Sin embargo, es en ese instante cuando quizás la mirada del espectador pueda dudar; la contingencia de la imagen reverbera sobre sí misma hasta lograr un cierto punto de incertidumbre.

Sin mostrar de forma evidente la violencia, el artista consigue que los ecos que quedan de ella traspasen la piel de quien los ha habitado y penetren en la del espectador

En esta obra, titulada El intento de un mar, el artista recurre a la potencialidad del mar como lugar de búsqueda y reencuentro; búsqueda de cuerpos y narraciones perdidas, reencuentro con sus orígenes chilenos a través de un elemento muy presente en su vida por la profesión de su padre: constructor de velas para barcos.…

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