El mundo es un gran Museo de Arte Momentáneo. Nuestro entorno, lo que vemos diariamente pero que no miramos, está ahí esperando ser atrapado por el objetivo de una cámara, por el ojo de cualquier artista, para ser plasmado en un lienzo, para ser convertido en una escultura, para ser el objeto de una instalación o una performance, y, en última instancia, para detonar una idea que luego se puede convertir en un concepto artístico, pero ¿está el ciudadano medio preparado para disfrutar de este inmenso Museo de Arte Momentáneo? La respuesta es no: en las escuelas y en los institutos se enseña la historia del arte, pero no se educa la mirada, la sensibilidad.
Si empezamos por considerar nuestro entorno cotidiano como un gran Museo de Arte Momentáneo, pronto podremos tener microexperiencias estéticas sólo mirando fugazmente el fragmento de una pared llena de grafitis, descubriendo en una puerta de hierro oxidada, o mal pintada, figuras abstractas que nos atraen, viendo en los papeles desgastados de un panel de publicidad composiciones poéticas, extasiándonos ante las ruinas de una fábrica abandonada, filmando con los ojos una milésima de segundo de una película en la que aparece un rostro reflejado en el faro de un coche que atraviesa una calle, observando la belleza que puede haber en un trozo de plástico desgarrado que vuela arrastrado por el viento…
De tanto mirar y vivir el arte uno llega a la conclusión de que éste está en todas partes y en todas las cosas, que es cuestión de mirar con atención. Pero para llegar a ese punto en el que uno puede disfrutar viendo lo artístico que hay en nuestro entorno, es necesaria educar la mirada. Esa educación de la mirada se puede conseguir visitando muchos museos y galerías de arte, hojeando muchas revistas especializadas en arte contemporáneo, pero, sobre todo, la educación de la mirada se debería realizar en todo el proceso de nuestra educación: desde la escuela primaria hasta el final de los estudios superiores antes de entrar en la universidad.
De tanto mirar y vivir el arte uno llega a la conclusión de que éste está en todas partes y en todas las cosas, que es cuestión de mirar con atención
Sucede que en España está ocurriendo todo lo contrario: se está sacando del sistema educativo obligatorio todo lo que tenga que ver con el arte, la filosofía y la música. Inclusive si un/una estudiante decidiera optar por estudiar en el Bachillerato Historia del Arte, con sólo echarle un vistazo al libro de texto bostezaría profundamente.…
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