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24/7: Capitalismo 2.0. Nuevo régimen de producción de la realidad

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Mladen Stilinovic, Artist at Work, 1978. © Museo Reina Sofía

En uno de sus textos más difundidos, El eclipse del espectáculo, Jonathan Crary apunta como conclusión que “el aparato disciplinario de la cultura digital se plantea como una estructura autosuficiente, cerrada, sin vías de escape, sin afuera. Sus mitos de necesidad, ubicuidad, eficacia o instantaneidad han de ser desmantelados, y uno de los caminos posibles pasa por interrumpir la separación de la celularidad, rechazar los mandatos de la producción, inducir velocidades lentas y habitar los silencios”. Esta coda final pareciera la antesala de lo que, veintiséis años después, no es sino nuestra cotidiana realidad y el esquema original de las resistencias que pudiéramos generar. Al mismo tiempo, y tan pocos años después, dicha coda final pareciera señalar un mundo ya perdido donde aún cupiera esperar una oportunidad para escapar a la tecnologización de todos los horizontes de sentido y experiencia.

Y es que dicho texto, del año 1991 y centrado en la superación que del espectáculo –sobre todo el televisivo– se había llevado a cabo en la década de los 80, queda actualmente y en su último libro 24/7. El capitalismo al asalto del sueño totalmente superado. La realidad allí dibujada, donde “la farsa que representó la televisión ha terminado” pues “ya no podemos seguir privilegiando como un organismo independiente lo que se ha convertido, antes que nada, en un dispositivo de conexión, en un mecanismo cuyo sentido deriva únicamente de las conexiones que establece, rompe y modifica”, no es más que un esquema premonitorio pero inocente y dulcificado de la potencia con que el 24/7 se ha instaurado como ficción única y panconsensuada de producción, distribución y contemplación de la realidad.

Una potencia que sin duda no vemos del todo ya que, en nuestro rol perfectamente asimilado de apocalípticos o integrados, estamos encantados con la dosis siempre justa que nos sirve el régimen 24/7: ya sea para quejarnos, exhibirnos o autobiografiarnos en vida como decía Debray, lo que está claro es que el goce es de tal envergadura que no sabríamos como volver atrás. Aún sabiendo que somos cobayas de laboratorio, la satisfacción de simular estar implicados en la construcción de sí es de tal calado que estamos encantados con que el rechazar esta tarea no es –desde hace pocos años– una opción.

El 24/7 se ha instaurado como ficción única y panconsensuada de producción, distribución y contemplación de la realidad

Lo que está claro es que el régimen tecnológico de realidad autoproducida en el que estamos insertos ha dado un acelerón de consecuencias aún insospechadas pero que empieza a hacer patente y obvio que no hay salida utópica detrás de la generación telemática de la realidad.…

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