Hay dos advertencias ya inevitables cuando se hace una fotografía: sonrían, y no se muevan. La fotografía se caracteriza por intentar atrapar en un segundo, sobre un papel, un hecho, una persona, un instante concreto, ya para siempre, inamovible, estático, inalterable para toda la eternidad. La diferencia con la pintura la ponía la cámara, la supuesta objetividad de la mirada a través de un aparato sin alma ni opinión que garantizaba que lo que resultaba de ese proceso era no solo real sino incuestionablemente cierto. En la pintura, la subjetividad del pintor, la estética de época, alterarían la realidad; el punto de vista y sentimientos, estado anímico del artista, estarían por encima de la idea de lo real; el resultado sería una obra de arte. Sin embargo, la fotografía no aspiraba a tanto, solamente pretendía generar un documento, no se sabía entonces que toda fotografía antigua acabaría convertida en una obra de arte, más allá de la intención y la finalidad que tuviera en su día.
Hay dos advertencias ya inevitables cuando se hace una fotografía: sonrían, y no se muevan
No había ninguna necesidad de que la fotografía se obsesionase con reflejar el movimiento. Era algo que no entraba en la esencia originaria de la imagen fotográfica, que era inseparable de la inmovilidad, una forma de atrapar una imagen inmutable y estática. Sin embargo, esto no fue así. Desde el inicio la búsqueda de reflejar el movimiento, sea este el salto de un charco, el envejecimiento de las personas, la decadencia de un ramo de flores… se convirtió en objetivo de investigación de muchos científicos y artistas. Carlos Gollonet nos hace una breve historia de este proceso unas páginas más adelante, en el texto central, excelentemente documentado. Llegamos al día de hoy, cuando los fotógrafos usan cámaras con motor que les facilitan tomar miles de imágenes durante un partido de fútbol, dando a la edición la importancia real de la creación artística. Hoy es el fotógrafo el que se mueve para capturar edificios o paisajes a toda velocidad, generando unas abstracciones fotográficas dignas de algún otro número monográfico de EXIT.
Una popular frase nos avisa de que “el movimiento se demuestra andando”, lo que no es del todo cierto
Una popular frase nos avisa de que “el movimiento se demuestra andando”, lo que no es del todo cierto, porque hay muchas variaciones de la idea de movimiento. Aunque nosotros no nos movamos, el tiempo nos va cambiando, el paso del tiempo es el gran movimiento que todo lo altera, y la fotografía siempre ha sido un gran testigo de este movimiento. El deporte, la velocidad, la carretera y la lentitud de cómo se marchita una flor, o de cómo se pudre una fruta, de la vanitas y la presencia de la muerte, hasta la velocidad, la guerra y el elogio de la máquina. Tal vez sea la muerte la inmovilidad absoluta, aunque tampoco, pues más allá de nosotros el tiempo sigue, y las cosas cambian. Si la fotografía siempre ha estado vinculada de alguna forma con la muerte, hasta el punto de que muchas sociedades pensaban que fotografiarse era perder el alma, tal vez su búsqueda de poder mostrar el movimiento a través de una imagen totalmente inmóvil sea una búsqueda de exorcizar ese final inevitable.
En cualquier caso, mirar con ojos de hoy la evolución del movimiento en la historia de la fotografía nos conmueve y nos hace pensar en el cine, en el vídeo, en la real imagen en movimiento; un lenguaje que toma de la fotografía casi todo, para generar algo nuevo y diferente, que camina hacia otros objetivos y con otras filosofías muy diferentes, pero que tienen puntos de conexión en sus orígenes y en sus dudas, en su investigación y búsquedas.
Tal vez sea la muerte la inmovilidad absoluta, aunque tampoco, pues más allá de nosotros el tiempo sigue, y las cosas cambian
En este número 89 de EXIT hacemos un breve y somero repaso a algunos nombres, algunos clásicos, otros nuevos, intentando mostrar ejemplos de cómo la fotografía se esfuerza por salir de la inmovilidad sin moverse, sin dejar de ser una fotografía. Personas, paisajes, el cielo, el mar, la naturaleza, la ciudad… La fotografía y los fotógrafos se esfuerzan por mostrar sutilmente el movimiento latente de la vida, del mundo. No hace falta que nos movamos nosotros, el mundo se mueve, nosotros envejecemos, la naturaleza se mueve. La fotografía nos ha enseñado en gran parte las formas de esos movimientos.