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Yuki Onodera

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Yuki Onodera. Birds, 1994. Courtesy of the artist.

Coreografías del volar

“¡Vuelen, bonitas! ¡Vuelen, vuelen!” En la batalla final de El jorobado de Notre Dame —en la versión de dibujos animados de 1996—, la gárgola Laverne, que es la más sabia de las gárgolas, organiza una suerte de ejército de palomas que lanza contra los soldados. Antes de esto, una broma recurrente de la película es cómo esta gárgola es perseguida continuamente por un grupo de palomas que quieren posarse sobre ella para descansar.

Seguimos en París. Allá por 1225 y muy cerca de Notre Dame vivía, junto a dos palomas domesticadas, un escultor que trabajaba en la construcción de la catedral. Cuenta la leyenda que, un día que el escultor estaba fuera, la casa se derrumbó atrapando a una de las palomas bajo los escombros. La otra logró escapar, pero nunca se alejó del lugar, acercando semillas y agua del Sena todos los días. Los vecinos, percatados de la situación, retiraron los escombros hasta liberar a la paloma atrapada y propiciar el reencuentro entre las dos. Hoy la leyenda sigue viva, la calle se pasó a llamar Rue de la Colombe y, en la misma, luce una placa conmemorativa sobre la cual se observa un medio relieve de una paloma en pleno vuelo.

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Yuki Onodera. Birds, 1994. Courtesy of the artist.

¿Quién no ha pensado sobre el potencial de las palomas si realmente se organizasen?

La serie Birds de la fotógrafa japonesa afincada en Francia Yuki Onodera también comparte París como telón de fondo. Sus fotografías, tomadas en 1994, capturan bandadas de palomas que, de forma repentina, acaban de emprender el vuelo cerca de la ventana de su apartamento en Montmartre. Las alas superpuestas y extendidas ocupan buena parte del encuadre, propiciando un movimiento dramático, casi violento, que se acentúa con la elección del blanco y negro. En ocasiones los cuerpos se fusionan con el cielo gris y nublado, en otras se genera un fuerte contraste entre figura y fondo. La posición, la postura que toman los animales, deja entrever que no se trata de un vuelo de gran altura con la voluntad de desplazarse una gran distancia, sino más bien un movimiento rápido, un subir y bajar a gran velocidad que les permite reposicionarse, tomar lugar entre una posible multitud.

Sus fotografías, tomadas en 1994, capturan bandadas de palomas que, de forma repentina, acaban de emprender el vuelo

Los pájaros son, como vemos en distintos trabajos de este número, un motivo perfecto mediante el que experimentar la técnica fotográfica vinculada al movimiento, así como las posibilidades de composición.…

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