Mitologías y genealogías
Los performances de Yasumasa Morimura transformándose en artistas como Vincent van Gogh, Marcel Duchamp, Frida Kahlo o Cindy Sherman, en actrices míticas como Marilyn Monroe, Marlene Dietrich, Silvia Kristel o Brigitte Bardot, o en estrellas musicales como Elvis Presley, Michael Jackson o Madonna, evidencian los deseos de constituirse o apropiarse de una genealogía, de pertenecer a una familia, en este caso, la de los iconos contemporáneos de la civilización occidental.
Sabemos que es recurrente la alusión a la capacidad de mimetismo de la cultura japonesa, y también es significativo que en su teatro más tradicional, el Kabuki, sean hombres disfrazados quienes interpreten los papeles femeninos. Pero también reconocemos que la familiaridad con la que manejan las nuevas herramientas digitales o la tranquilidad de espíritu del pensamiento budista son aspectos que han sabido exportar y han calado hondo en Londres o en Nueva York.
¿Quién no ha transferido sus deseos hacia algunas de las personalidades antes citadas?
Bajo estas perspectivas, acercarse a la obra de Morimura con una complacencia colonizadora, aunque fuera inconsciente, no haría más que imposibilitar el disfrute del humor universal que proyectan sus imágenes. Y algo semejante pasaría en torno a la construcción de nuestras propias identidades. Al fin y al cabo, ¿quién no ha transferido sus deseos hacia algunas de las personalidades antes citadas? o ¿hacia todas las grandes obras que han sido objeto de sus virtuosos remakes en su serie Historia del Arte?. Incluyéndose y multiplicándose en cada una de las escenas, desde los Fusilamientos de la Moncloa de Goya, hasta la Olimpia de Manet, Morimura nos invita a entrar en la ceremonia de la contemplación, nos hace partícipes de imágenes que se integran en nuestra historia igual que los recuerdos de una infancia.
Todavía nos pueden asaltar las dudas y preguntarnos si estamos ante un homenaje o una desmitificación, ante una divertida, tierna e instructora complicidad, o ante el estéril sarcasmo de un filtro intelectual. Tal vez la identificación y las citas a su hermana pequeña Cindy Sherman o al Marcel Duchamp/Rrose Sélavy que inmortalizó Man Ray en 1921, acentúen el juego endogámico del arte y el laberinto de espejos se haga más confuso o selecto.…
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