Entrevista
Entre los nombres de los nuevos valores del arte francés está el de esta joven mujer que ha hecho de la fotografía un método de investigación de formas y estilos de vidas, una manera de acercarse a personas y lugares, a ideas y conceptos que tal vez no habrían encontrado el mismo tratamiento visual con otras técnicas. Curiosa por naturaleza, Valérie Belin se plantea el color desde el blanco y negro, el vídeo desde la inmovilidad de la fotografía, la profundidad desde el plano fijo de la mirada fotográfica. Su trabajo, siempre en series, se ha basado en –desde la superficie- atravesar esas formas, esas pieles brillantes casi siempre, para llegar a otro sitio como la Alicia del País de las Maravillas.
Dentro de unas semanas viajarás a Marruecos para realizar la serie en la que trabajas desde hace varios meses, las Bodas. ¿Por qué Marruecos?
Al principio, la idea de las bodas nació de mi afición por las ceremonias. Cuando sólo fotografiaba objetos yo misma organizaba una especie de ceremonia para colocarlos en las condiciones que deseaba para fotografiarlos. Ahora, me gusta el ejercicio consistente en adaptarse a una situación ritualizada de la que yo no controlo el desarrollo. Al principio, me interesé por todas las bodas, en todo tipo de ambientes, pero luego me dí cuenta de que las bodas de extranjeros en Francia conllevaban muchos más elementos ceremoniales, en especial las bodas marroquíes. La novia marroquí cambia varias veces de vestido, lleva entre siete y doce ropas diferentes a lo largo de la fiesta. Las bodas tradicionales son organizadas por unas casamenteras, las negafas. Los vestidos de boda les pertenecen, los prestan o los alquilan a la familia para la ocasión. Evidentemente, cuanto más tradicional es la boda, más me llama la atención. Las familias marroquíes que viven en Francia y que siguen estando muy apegadas a su cultura prefieren celebrar la ceremonia en Marruecos y, por lo general, esperan el verano para hacerlo. Así pues, voy a pasar tres semanas en Rabat en agosto, acogida en su casa por una negafa. De ese modo, guiada por ella, cada día podré asistir a una boda diferente. Podré entonces descubrir otras fiestas como los bautizos o la ceremonia del séptimo mes para las mujeres embarazadas.
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