Autobiography
Que un artista de la talla de Sol LeWitt (Hartford, EE.UU., 1928-Nueva York, 2007) elija la fotografía para contar su vida no es casualidad, sino que nos encontramos ante un medio que plantea ciertas contradicciones propias. En un principio, la fotografía se integra en sus esculturas Muybridge I y II (1964) en forma de secuencia de un cuerpo femenino al que se va aproximando. Cuatro años después, comienza su obra fotográfica con 511 instantáneas de un cubo iluminado de diferente maneras, a la que siguen Brick Wall y Color Grids. Tras estos precedentes, en 1980, su obra más representativa Autobiography agrupa fotografías de objetos cotidianos con los que convive el artista, tales como sartenes, reglas, lápices o zapatos, en grupos de nueve milimétricamente calculados. Esta repetición obsesiva e imposición de una estructura no sólo caracteriza las colecciones fotográficas, sino los recursos literarios de las listas y los inventarios que tratan de controlar, medir y organizar el caos de una vida, reducirlo a un sistema y despojarlo del sentimentalismo del devenir vital.
La frialdad metódica del archivo fotográfico de LeWitt se contextualiza dentro del minimalismo pero va mucho más allá
La frialdad metódica del archivo fotográfico de LeWitt se contextualiza dentro del minimalismo pero va mucho más allá. En su evolución hacia un arte menos formal, como es el arte conceptual, ya no impera la geometría en sí misma sino el resultado, el concepto. En este caso de la autobiografía fotográfica, lo importante no es el lenguaje en sí sino la conclusión. En una época, la del minimalismo y de las teorías de la autobiografía que defendían el lenguaje por encima del contenido, Sol LeWitt lanza esta autobiografía donde lo importante es contar su vida a través de los objetos cotidianos, imponer “un método dentro de su locura”, en palabras de Rosalind Krauss. Al igual que el minimalismo libera a la escultura de su pedestal, la fotografía de archivo libera a la imagen de su carácter unitario y de su quietud. Cuenta una historia de vida, compuesta por fragmentos del pasado, insignificantes e igualmente importantes a la vez. Somos, en términos autobiográficos, recuerdos de lo que nunca volveremos a vivir o a ser, de los que sólo queda la memoria fotografiada.
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