Yo en mi taxi
La identidad de Ryan Weideman como artista está inextricablemente unida a su identidad como taxista de la ciudad de Nueva York. Lleva más de dos décadas empleando simultáneamente el interior de su taxi como un medio de buscarse la vida, transportando a la gente por un precio, y para hacer su arte, convirtiéndolo en estudio portátil de fotografía, equipado con decorados y fondos auténticos y una interminable riada de especimenes humanos que entran, se sientan y charlan durante un rato, irradiando sus particulares aromas, y salen, dejando atrás su marca implacablemente indeleble sobre el taxista/fotógrafo y por ende en su obra.
Su taxi se vuelve cajón de sastre, un escaparate del variopinto embrollo humano pero también, y de manera más conmovedora, una ventana a los encuentros personales del propio taxista, sus transformaciones camaleónicas, su envejecimiento, la forma en que se va curtiendo diariamente. A pulso, Weideman utiliza su cámara como si del espejo retrovisor se tratara, un espejo que recoge esta dura vida urbana, esta reclusión y soledad del individuo ante la horda, y el taxista es el voyeur que se observa a sí mismo además de a los otros, que observa su yo múltiple, fluido e interdependiente con los personajes variados que entran en su vida a la deriva, mezclándose con él por casualidad y transformándole para siempre. Estos encuadres absolutos, se transforman en imágenes técnicamente exquisitas, densos y profundos tableaux al más puro estilo velazqueño de las Meninas, aunque aquí el autor está en primer lugar, en primer plano, escudriñador, inquisidor, juez de sí mismo y de los otros, de sí mismo con los otros.
Autorretratos con Black Elbow Grin, con Hendrix Look-Alike in Drag, con Passenger Nails and Fish-net, con Quasi-Modo and Girl Friend, con Mother and Angel, con Charles Kuralt, con Allen Ginsberg… Seguramente, como taxista, Weideman se ha rozado al azar con una mezcolanza humana mucho más estrafalaria y diversa que con la que se hubiese encontrado de haberse quedado confinado a un estudio cualquiera o a las calles de SoHo o Greenwich Village. De sus fotografías se deduce que su taxi no es sólo su pan sino también su inspiración, su fuerza vital, su identidad.…
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