Hace años ya que en alguna que otra feria nos encontrábamos con un rincón oscurecido donde había que correr el telón para descubrir una pantalla en la que se veían ciertas acciones en vídeo que daban lugar a una escena desopilante. Es así como la obra de Pierrick Sorin se empezó a difundir en el extranjero. En ciertas ocasiones, las carcajadas eran tan inmediatas que llevaron a cuestionar la distancia entre la calidad artística y el “gag”. Para evidenciar lo que aparta a la obra definitivamente de este último, incitaremos al público a considerar la forma plástica de la mayoría de las instalaciones de Pierrick Sorin, que nunca es gratuita ni anodina. Por otro lado, nos bastaría con rememorar una tradición bien francesa donde la ostentación de la artificialidad vehicula la acción cómica. Y creo que si se tuviera que definir la categoría que distingue las obras de Sorin, se comenzaría por mencionar su forma de estigmatizar lo artificial como algo propio del arte. Seguramente la lección histórica de Méliès nos sirve como referencia: miren cómo el procedimiento es inauténtico, fíjense cómo imita al mundo y ríanse porque no hay otra cosa que hacer.
Pierrick Sorin. C’est mignon tout ça, 1993; Sorino le magicien, 1999; Titre variable nº 2, nº 1, 1999. DVD, video-stills e instalaciones audiovisuales Cortesía Fundació ‘la Caixa’, CaixaForum, Barcelona, y Fondation Cartier pour l’art contemporain, Paris © VEGAP
Últimamente, la gran retrospectiva que ha viajado de Francia a España no deja ninguna duda sobre la diversidad y calidad artística de una obra que incluye el efecto cómico como proposición para ver las cosas de otra manera. Nos sorprende sin embargo en el catálogo que el texto de Robert Storr intenta a todo precio relacionar su obra con la escena americana, alemana o inglesa, cuando la herencia francesa es más que reconocible en este sentido. Hemos mencionado a Georges Méliès, pero Alfred Jarry y Jacques Tati no son citaciones menos oportunas.
Por otra parte, se ha hablado mucho de narcisismo a propósito de su protagonismo en las obras, y en este sentido nos parece conveniente proponer otra interpretación. En su primera exposición parisina, en el Musée d’Art Moderne de la Ville (1992), se mostraban principalmente las “autofilmaciones”, datadas en 1988.…
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