A todo color
Una neutralidad aparente envuelve toda la obra de Ignasi Aballí (Barcelona, 1958). Un artista sobrio que recurre tanto a la aleatoriedad como herramienta de trabajo como a los gestos sencillos y rutinarios como metodología con la que dar forma y contenido a un trabajo en el que son esenciales conceptos como el paso del tiempo, el azar, el lenguaje en relación a las imágenes que representa, el color o la acumulación y el orden. Durante casi una década dedicaba parte del día a la lectura de periódicos de los que extraía aquellas palabras que llamaban su atención para posteriormente organizarlas y clasificarlas exhibiendo el conjunto y dotando de nuevos significados visuales al texto. El análisis del lenguaje en función de su relación con los aspectos de la realidad a la que representa recorre gran parte de su obra y se repite en este trabajo en el que la habitual dualidad existente entre los colores blanco y negro se extrapola y se evidencia a través de los distintos juegos de palabras y expresiones que, como los colores, contrastan fuertemente con sus significados.
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