Yo como cualquier otro
Todo el trabajo de Esther Ferrer se sustenta sobre los conceptos del tiempo, la cotidianeidad, el azar, la sorpresa y el cálculo. En buena parte de sus obras son los objetos más usuales y cotidianos los aparentes protagonistas, en otras muchas es el ritmo matemático de los números primos y sus infinitas y variables combinaciones y posibilidades. Pero prácticamente en todas ellas es la propia artista la que centra la acción de la obra y la atención del espectador.
Esther Ferrer. Autorretratos en el tiempo, 1981-1999. Cortesía de la artista
Por supuesto, es así en sus amplias y continuadas series de autorretratos (El libro de las cabezas, 1973-1981, y Autorretrato en el tiempo, 1994, ambos claros ejemplos de works in progress) en los que utiliza su cabeza como eje para mostrar bien el paso del tiempo, bien las posibles alteraciones y manipulaciones que se pueden realizar sobre un rostro y simbólicamente sobre sus funciones más características. Pero curiosamente no existen en estos autorretratos ningún signo egótico. Es, efectivamente, la propia artista la modelo, y la fotografía es tomada según sus intereses e indicaciones, pero la única razón confesada para que ella sea la modelo y no otra es que la disponibilidad necesaria, el tiempo empleado en la realización de las fotos impedía la utilización de cualquier otro modelo.
En Autorretrato en el tiempo los retratos son tomados cada cinco años y mezclados con los de otros años anteriores (una parte izquierda con la derecha de otro año, etcétera) y el proyecto se repite sistemáticamente sin que se tenga previsto el final. Las coincidencias que podemos apreciar en la unión entre esas dos mitades de una misma cara, entre las que hay años de diferencia, no sólo son impresionantes sino que nos hacen dudar de la idea de casualidad.
Es cierto que la actividad de Ferrer como performer acredita su presencia en las imágenes sin que haya mayor sorpresa. Pero también podemos ver en su trabajo que la casualidad y el azar no son siempre tan inesperados e ingenuos como nos gustaría creer, que es muy posible que una causalidad ignorada guíe lo que conocemos como azar.
Ella no busca ofrecernos una cara concreta, un aspecto predeterminado: ella es así, invariable y en transformación constante.…
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