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Valérie Belin | Espejos, reflejos, espejismos y fotografía

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Valérie Belin. Sin título, 1997, series de fotografías en blanco y negro 150 x 120 cm. Cortesía de Galerie Xippas, París.

Al principio fue el sol. Valérie Belin fotografiaba al astro emitiendo sus luminosos rayos. Desde entonces, se interesa por todas aquellas superficies que, al interceptarlos, los devuelven, los dejan pasar o, en cualquier caso, no los retienen.

En efecto, la artista trabaja por series que, en cada ocasión, se centran en un tipo de objeto o un grupo de objetos: vitrinas, lámparas de araña, jarrones de cristal, vajilla de plata o animales de cristal. Su materia transparente o reflectante, parece ser el único vínculo entre ellos, sin embargo, si los miramos bien casi comparten el mismo modo de no contener. Estos continentes vacíos, estos significantes que acusan la puesta entre paréntesis del significado, indican una nueva significación que se forma de serie en serie y que es la de la ausencia. De un cierto modo, la transparencia o la reflexión, esas cualidades físicas de los materiales que dejan pasar o rechazan las ondas, también apelan a la noción de ausencia. En su incapacidad para retener, esas superficies son a las ondas lo que los continentes son al contenido.

Sea en la versión de las copias de gran formato presentadas en el Credac o en el encargo particular para el Museo de Bellas Artes y del Encaje, la serie que sigue a las antes mencionadas, la de los vestidos de novia, pondrá de relieve esa ausencia. Al vestido de novia le falta la novia. En ningún otro vestido podría echarse tanto en falta aquello que en ella habita y cabe preguntarse si se trata de vestidos de novia o de la ausencia de mujeres casaderas. En las diez tiradas de Ivry, se trata de serigrafías de 3,60 x 3 m. en las que los vestidos se ven extendidos en el suelo, mientras que en las seis de Calais, las copias de 2,5 x 1,20 m. muestran los vestidos en sus cajas, listos para ser guardados o sacados. En un caso como en el otro, alguien acaba de quitarse el vestido o va a ponérselo. Las interpretaciones sobre la imagen en cuestión pueden ser múltiples pero, a pesar de lo evidente de unos temas con tantas connotaciones y tan evocadores, Valérie Belin no deja de remitirnos a la propia materia fotográfica. Y hay una relación más clara entre las dimensiones grandilocuentes de las serigrafías de Ivry, la elección del soporte, el encuadre y el modo en que el tejido se despliega que entre la eventual imagen que habría precedido o que podría venir a continuación en una imagen animada.

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