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Juan Uslé

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Juan Uslé. Dream, 2015. Courtesy of the artist.

Entrevista con Juan Uslé. El ojo es el cerebro

¿Cuándo empezaste a fotografiar? ¿Por qué?

Recuerdo que me regalaron una cámara, era muy sencilla, una Kodak Instamatic, creo: fue por hacer socio del Círculo de Lectores a un amigo del instituto, yo lo era por el mismo motivo.

Dibujaba mucho desde pequeño y recuerdo pasar muchos momentos intentando dar forma, acercarme a las cosas, rehacerlas sobre un papel. Y, aunque era un niño travieso y vitalista que jugaba y peleaba con mi hermano, pasaba mi tiempo ensimismado, mirando, mirando y dibujando, y ponía atención hacia esas cosas, momentos e imágenes que no importaban demasiado a mi alrededor. Y lo hacia sin esfuerzo, sin intención, cosas y actitud que me iban sorprendiendo y atrapando cada vez más.

Ya con la cámara, a la ilusión inicial por el fetiche y la mirada, el ojo encuadrado se fue se fue imponiendo, y, poco a poco, una cierta intención por hacer buenas fotos, o singulares. Pero todo dentro de un “contexto” donde la intención no podía llegar a convertirse en afán, porque no eran buenos tiempos, ni contextos, para gastar muchos carretes e ilusiones, tirando fotos a la basura.

Y, todo esto se gestaba en un contexto de base cultural muy deficitaria; y, a mi pasión por el dibujo, a mis sueños por la pintura, se sumaba ahora mi atracción por la fotografía. En verdad que mi relación con la cultura seria era muy, muy lejana, casi inexistente; existía una gran distancia entre lo que yo soñaba e intentaba hacer y lo que las palabras enmarcaban como arte.

Es decir, ¿cuándo empezaste a fotografiar no tenías referentes? ¿Tuvo que ver más con una intuición?

Si, referentes prácticamente ninguno, yo pertenecía a un contexto socio-cultural muy limitado, donde las únicas fotografías que recuerdo eran algunas, muy pocas, familiares. Y, es que en realidad, salvo los cromos, eran muy pocas las imágenes que llegaban a nuestras manos, y tampoco entonces la fotografía estaba valorada o considerada un medio artístico.

Las imágenes me atraían siempre y ahora me atraía hacer fotos, mirar y elegir el disparo pero, a la vez, no podía disparar desperdiciando película, no podía permitírmelo. Recuerdo que ya me atraían esas fotos que no eran necesariamente perfectas, que no estaban “arregladas” o eran necesariamente buenas. Todo era muy primario e intuitivo y, recuerdo que me sorprendían positivamente los accidentes, esas zonas de color inesperado o cambiante; me atraían aspectos y detalles que para otros compañeros eran claros síntomas de un error o mala fotografía.…

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