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Andres Serrano

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Andres Serrano. Semen & Blood III, 1990. Cibachrome, silicone, plexiglass, wood frame, 102 x 152 cm

Entre el desafío, el riesgo y la provocación

Desde hace más de una década, Andres Serrano viene siendo el chivo expiatorio favorito de América, el artista que, para bien o para mal, se ha convertido en el blanco de la relación amor-odio que sostiene el público con el arte contemporáneo. Puede que su ya clásica imagen de Piss Christ (1987) no haya desencadenado otras Guerras de la Cultura, pero qué duda cabe de que avivó las llamas cuando fue “descubierta” por miembros del Congreso en 1989. Desde entonces, Serrano ha producido una gran cantidad de obras que devuelven el favor de manera inquietante, dirigiéndose a sensibilidades medianamente cultivadas y desbaratando las zonas de comodidad que dan cuerpo a nuestras expectativas respecto al “high art”. Nos vimos este otoño en la víspera de la inauguración de su exposición más reciente (irónicamente titulada America), en Gimpel Fils, Londres. El escenario fue un estudio de edición en el que está a punto de completarse la película Leo’s Fantasy, un documental sobre la gestación en 1996 de la serie de Serrano The History of Sex, en el museo Groninger de Holanda.

En la época en que hizo Piss Christ había muchos artistas trabajando en torno al cuerpo y las políticas de la identidad, al menos en Nueva York. Había penes por todas partes, o esa impresión daba, pero fue su imagen de un crucifijo la que dio pie a la mayor polémica.

Déjeme contarle una cosa. Por aquella época, conocí en San Francisco a un artista que me dijo que la noche anterior había ido a cenar con un grupo de artistas que se quejaban de Piss Christ. No comprendían por qué Piss Christ había acaparado tanta atención, habida cuenta de que ellos llevaban muchos años intentando hacer obras provocativas. Y es que ¿sabe? cuando uno intenta ser provocativo no funciona, mientras que muchos artistas han tenido que enfrentarse a la polémica en torno a su obra cuando ésta no era en absoluto su intención. Desde luego, eso fue lo que me ocurrió a mí con Piss Christ. Tenía 37 años cuando lo hice, y en realidad la polémica tuvo lugar dos años después.…

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