Una de las características del arte actual es que, prácticamente, todo está permitido. Dicho en otras palabras: la capacidad de subversión, de escándalo o de alteración del orden establecido es casi imposible. No es que los artistas no lo intenten, sino que en estos momentos ya estamos hechos a todo. La realidad ha superado ampliamente cualquier mal sueño, cualquier imaginación. La apología del asesinato, individual o colectivo, es un tema de telefilmes de gran audiencia; el sexo con niños se difunde sin fronteras ni límites legales claros a través de Internet; hay un turismo floreciente que se basa en ofrecer sexo barato en países exóticos y que tiene como clientes a burgueses, intelectuales y clase media de ese otro mundo que parece no ser tan exótico, aunque sus costumbres sean realmente curiosas; los juegos y deportes de riesgo -propio o ajeno- se propagan; la matanza de inocentes se emite por televisión en directo… En fin, estoy hablando de las noticias de las 15,00 horas, no de Sodoma y Gomorra. Para un artista es difícil competir con todo esto. Sin embargo, los artistas siguen eligiendo temas conflictivos y formas provocadoras para contarlo. Desde el sexo hasta la muerte, desde la exageración surreal hasta la realidad más escatológica, bien en fotografías, pinturas o acciones concretas. Desde utilizar sangre, semen o mierda en sus obras hasta una provocación más sutil adentrándose en temas sociales comprometidos como el racismo, la violencia o la pornografía.
AES Group
Entre 1996 y 1997, AES Group produjeron una serie de fotografías, Islamic Project, con monumentos y edificios significativos de la civilización occidental –la Estatua de la Libertad, New York; el Reichstag, Berlín; el Centre Georges Pompidou, París: el Kremlin, Moscú- que aparecían transformados por las acciones del fotocollage digital e invadidos por elementos islámicos y personajes vestidos con aspecto de musulmanes, etc. Después del 11 de septiembre de 2001, la galería online www.eyestorm.com retiró algunas imágenes de Islamic Project de su website. Después de un texto explicativo de AES Group, las imágenes regresaron al website.
“Nosotros, los miembros de AES Group, produjimos en 1996 Islamic Project: The Witnesses of the Future, que ha sido expuesto por todo el mundo (Moscú, Belgrado, Graz, Nueva York, París). Ahora, junto al mundo entero, estamos estupefactos ante la catástrofe en Nueva York y Washington. Nunca esperábamos que la hipérbole absurda de nuestro proyecto pudiese convertirse en realidad. (…)
(…) Creemos que el arte contemporáneo no puede tratar sólo asuntos estéticos, ni cerrar los ojos a asuntos que determinan el mundo del presente y del futuro. Como ya han señalado muchos críticos (Mike Hannula, Evelyne Jouanno, Hou Hanru y otros), Islamic Project no está ni a favor ni en contra del Islam, ni tampoco está a favor ni en contra de Occidente. El proyecto fue creado para visualizar, y por tanto revelar, un problema que la gente se niegan a admitir, o que lo comprenden de forma muy sesgada (a través de un intercambio de violencia y victimas).
Nuestro trabajo está claramente en contra de la paranoia mutua que existe entre Oriente y Occidente. Pensamos que actualmente, cuando los atentados terroristas demuestren que los fantasmas impensables puedan convertirse en reales, Islamic Project debe ser expuesto extensamente, para que la gente pueda ver lo absurdo y lo trágico de este tipo de relación entre Oriente y Occidente. La sociedad civilizada no debe temer el lenguaje grotesco del arte contemporáneo cuando se trata de acontecimientos reales que están sucediendo ahora o que puedan ocurrir en el futuro. El arte contemporáneo no soluciona problemas, pero puede plantear temas de envergadura”.
AES Group. Moscú, 13 de septiembre de 2001
Pero mientras esa realidad terrible parecer ser inevitable, el arte sigue siendo mirado como una provocación más peligrosa que la propia realidad que lo motiva. La censura, el control del Estado, del poder, surge entonces para dejar las cosas claras y decirnos qué es exactamente lo que tenemos que decir, lo que tenemos que ver, lo que tenemos que aplaudir. Basándose en un instinto de protección cuanto menos exagerado, los censores eliminan todo aquello que ante sus ojos es per-judicial para la moral pública: desde una exposición de Warhol, Haacke o Mapplethorpe, hasta llegar a confiscar material del taller de un fotógrafo, interrogar a las modelos… En las últimas décadas, de una forma silenciosa, porque no parece muy correcto que a este tipo de situaciones se les dé publicidad, se han prohibido obras concretas, anulado ayudas a la creación, cerrado exposiciones a decenas de artistas en nuestro mundo occidental y desarrollado. Lo que pasa en países orientales o árabes se escapa a nuestro conocimiento casi siempre, aunque sólo podemos pensar lo peor. Hay artistas muy conocidos que han perdido su trabajo, que han sido encarcelados o expulsados de sus países por la obra que realizaban. Pero todas esas locuras se han perpetrado en nombre de un bien común, cuando simplemente es un método más de represión y una táctica del poder para protegerse de cualquier crítica, la auténtica forma de ser de la moral puritana.
Spencer Tunick
La obra de Spencer Tunick puede ayudar a definir o, por lo menos, a esclarecer los aspectos sociales, políticos y legales en torno al arte en el espacio público. Desde 1992, Tunick ha sido arrestado cinco veces mientras intentaba trabajar en los exteriores de la ciudad de Nueva York. Poco después de su arresto en Times Square, al igual en los cuatro arrestos anteriores, todos los cargos fueron desestimados. Empeñado en realizar su obra en las calles de Nueva York, el artista presentó una Demanda Federal de Derechos Civiles contra la ciudad para protegerse a sí mismo y a los participantes de arrestos futuros. En mayo de 2000, el Segundo Tribunal de Distrito Estadounidense se puso de parte de Tunick, reconociendo que su trabajo estaba protegido por la Primera Enmienda de la Constitución Estadounidense. El 3 de junio de ese mismo año, respondiendo a la apelación final de la ciudad realizada ante la juez Ruth Bader Ginsburg y el tribunal en general, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos también dictó a favor de Tunick, remitiendo el caso a un tribunal inferior, permitiendo que el decreto del tribunal inferior se quedara en firme y que el artista pudiese organizar su trabajo libremente en las calles de Nueva York.
Cuál puede ser la razón de que en el siglo 21, con una sociedad que ha visto guerras y matanzas de todo tipo, que tiene regularizado en sus horarios la pornografía como si fuera el té de las cuatro, que sabe que la injusticia es uno de sus propios pilares, se siga censurando, prohibiendo, secuestrando y destruyendo algo tan aparentemente poco peligroso como la obra de un artista. Sin embargo la censura sigue existiendo y aparece como flor de un día en algunos lugares, como un mal endémico en otros y como una sombra que flota en el ambiente en casi todas las sociedades desarrolladas. Por supuesto en las sociedades que nosotros consideramos no desarrolladas, también.
MA LIUMING
Ma Liuming es uno de los nombres más influyentes del movimiento chino del Beijing East Village, constituido por artistas que exploran factores en torno a la sexualidad, la identidad, el género y el sufrimiento personal.
Ma Liuming fue descubierto cuando realizó la performance Fen-Maliuming Lunch II, junio 1994 (la primera versión había sido representada en su piso en abril de 1994), para la cual cocía imágenes de patatas que el había dibujado con patatas reales, joyas y un reloj. Por supuesto, todo esto lo realizó desnudo y maquillado como una mujer en un patio del East Village -una acción que le valió dos meses de cárcel y que llevó a la dispersión de la colonia de artistas del East Village unos días después. Ma Liuming introdujo el personaje andrógino de Fen Maliuming –Fen es un nombre común entre las chicas chinas que significa incienso o fragancia- durante una acción en la que llevaba puesto maquillaje de mujer, un vestido de flores y en la que se bebía su propio semen después de masturbarse delante de los espectadores. La actitud desafiante de Ma Liuming es una ambigüedad de alquimia sexual con la que reta las formas a través de las cuales definimos nuestra identidad. Su inquietante serie de acciones Fen Maliuming, interactivas y autodocumentadas, también han sido realizadas ante espectadores occidentales que pudieron elegir sentarse junto a su cuerpo desnudo y ser fotografiados. Ma Liuming se convierte así en el voyeur de sus propias acciones al apretar el oculto disparador automático de la cámara.
Yu Yeon Kim
Extractos del catálogo de la exposición Translated Acts, Performance and Body Art from East Asia, 1990-2001, en The Haus der Kulturen der Welt, Berlín, 2001.
Porque no se trata de un arma que usen las tiranías y las dictaduras, como nos habían dicho. Los fascismos, el nazismo, todos los regímenes autoritarios la han ejercido desde el comienzo de la humanidad, pero también hay censura en países democráticos, en lugares que dedican horas de discursos políticos para instaurarse como líderes de la libertad y a la vez censuran la prensa, la comunicación y, por supuesto, la creación. No hay que escandalizarse, la censura es tan vieja como lo es el poder y hasta cierto punto se justifica con la existencia de ese mismo poder. La censura es simplemente negar el acceso de alguien a la libre expresión y comunicación de ideas, imágenes, críticas o formas diferentes de ser, de ver y contar el mundo en el que vivimos. La Iglesia ha censurado muy habitualmente imágenes de algunos de los mejores artistas de la historia del arte, a las figuras de la Capilla Sixtina -y a muchas otras pinturas y esculturas- se les han cubierto los sexos en etapas posteriores a su creación; se han prohibido y destruido no sólo las obras de arte consideradas ‘degeneradas’ por Hitler, sino otras muchas igual de inocentes en todos los tiempos… O tal vez no sean inocentes, ni los sexos que pintaba Miguel Ángel ni las figuras expresionistas de Kirchner, ni las retículas de Mondrian. Porque el arte no es una decoración, sino una herramienta de conocimiento y esa es la razón del miedo que despierta en el poder, y esa es la razón por la que a un artista se le censura y a otro, con una obra similar, no se le censura jamás. Hay un arte cargado y otro que sólo usa balas de fogueo. Tal vez el arte sea definitivamente culpable y por eso se le censura y prohíbe, y también, tal vez por eso, es imposible prescindir de él.
MA LIUMING
Ma Liuming es uno de los nombres más influyentes del movimiento chino del Beijing East Village, constituido por artistas que exploran factores en torno a la sexualidad, la identidad, el género y el sufrimiento personal.
Ma Liuming fue descubierto cuando realizó la performance Fen-Maliuming Lunch II, junio 1994 (la primera versión había sido representada en su piso en abril de 1994), para la cual cocía imágenes de patatas que el había dibujado con patatas reales, joyas y un reloj. Por supuesto, todo esto lo realizó desnudo y maquillado como una mujer en un patio del East Village -una acción que le valió dos meses de cárcel y que llevó a la dispersión de la colonia de artistas del East Village unos días después. Ma Liuming introdujo el personaje andrógino de Fen Maliuming –Fen es un nombre común entre las chicas chinas que significa incienso o fragancia- durante una acción en la que llevaba puesto maquillaje de mujer, un vestido de flores y en la que se bebía su propio semen después de masturbarse delante de los espectadores. La actitud desafiante de Ma Liuming es una ambigüedad de alquimia sexual con la que reta las formas a través de las cuales definimos nuestra identidad. Su inquietante serie de acciones Fen Maliuming, interactivas y autodocumentadas, también han sido realizadas ante espectadores occidentales que pudieron elegir sentarse junto a su cuerpo desnudo y ser fotografiados. Ma Liuming se convierte así en el voyeur de sus propias acciones al apretar el oculto disparador automático de la cámara.
Yu Yeon Kim
Extractos del catálogo de la exposición Translated Acts, Performance and Body Art from East Asia, 1990-2001, en The Haus der Kulturen der Welt, Berlín, 2001.
Con el desarrollo de la civilización no solamente se ha avanzado en la informática así como en las posibilidades de torturar sin dejar huellas o sin que la víctima muera, sino que el lenguaje también ha sido ampliado. Términos como censura han ido desapareciendo de los motivos por los que se prohíbe o dificulta la creación y la exhibición de obras de arte. Sobre todo en un momento en el que la carga crítica del arte parece no ser necesaria y se le quiere relegar a un puesto decorativo, sofisticado pero incomprensible. En el momento actual ya casi nadie se atreve desde el poder político a censurar nada por razones ideológicas, pudiendo hacerlo por causas morales. El sexo primero, las buenas costumbres después, han servido para frenar a muchos artistas en su desarrollo, pero también el aspecto económico. Hoy en día es peor que no haya apoyos económicos para un artista que censurarle por cualquier razón. Y si no hay dinero qué le vamos a hacer. No suele haber dinero para casi nada que se aparte de lo políticamente correcto, es decir para ese arte que no quiere ser solamente bello.
MIGUEL RIO BRANCO
Esta imagen de un transexual y una prostituta, His and Hers (1979), fue solicitada por un fotógrafo, Cafi, que era el editor gráfico de la revista O Carioca, publicada en Rio de Janeiro por dos poetas marginales, Chacal y Bernardo Villena. Ellos estaban preparando un número especial sobre el placer.
Censuraron la imagen y decidieron retirarla de la publicación ante el temor de perder una subvención y ayuda financiera del Alcalde de la ciudad. Fue la única vez en que he sido objeto de la censura con el trabajo de mis imágenes.
Miguel Rio Branco
Rio de Janeiro, Septiembre 2002
De ahí a la última razón de censura hay solamente un paso: el de la ignorancia. Es cuando el censor cree que puede dictar el gusto estético, definir y redefinir el concepto de arte a su antojo y necesidad. Es entonces cuando se niega una exposición, se anula un proyecto, se clausura una muestra… porque aquello no es considerado arte. Es entonces cuando, por ejemplo, el Guggenheim Museum de Nueva York anula una exposición a Hans Haacke, preparada durante años por encargo del propio museo, porque decide que “eso no es arte”. La crítica a la especulación, al abuso de poder, al fraude social… no es arte. Arte es solamente un bonito atardecer, una abstracción lírica y alguna obra de esos jóvenes salvajes que se empeñan en revolvernos las tripas con animales troceados, fotos sangrientas… que curiosamente alcanzan precios increíbles.
LARRY CLARK
Casi toda la fotografía y filmografía de Larry Clark, imágenes provocativas que retratan el abuso de drogas, sexo y violencia en la cultura juvenil, han sido polémicas. Su libro de fotografías Tulsa (Lustrum Press, New York, 1971), se convirtió en objeto de culto pero no fue reeditado durante muchos años debido a un proceso judicial. En los años 70, Clark recibió un premio ‘Imprimatur of Excellence’ y 5.000 dólares del National Endowment for the Arts, NEA. El artista utilizó el dinero para pagarse los abogados que intentaron evitar que fuera a la cárcel por actos relacionados con drogas y violencia, incluido conducir bajo la influencia del alcohol y disparar a una persona en el brazo.
En 1984, con la ayuda de una nueva beca del NEA, editó su segundo libro, Teenage Lust, si cabe aún más inquietante que el primero. Irónicamente, vender el libro patrocinado por la NEA, fue ilegal en Estados Unidos, un hecho que lo hizo aún más valioso.
Su película independiente Kids (1995), presentada en el Sundance Film Festival, fue tan escandalosa y exitosa que le facilitó la financiación de su siguiente película producida en Hollywood, Another Day in Paradise (1998), protagonizada por Melanie Griffith y James Woods. Una escena entera de esta última película fue censurada. En una entrevista, Clark afirma: “La escena comenzó y ella (Sid, el personaje de Melanie Griffith) habla, y te da una buena idea sobre su pasado y de dónde viene, y la escena acaba con una escena de sexo duro iniciado por ella. A esta escena, los censores dijeron que no”.
Dena Ellen Cowan
En las páginas siguientes veremos algunos ejemplos y recordaremos algunas historias de obras y artistas censurados. Pero son muchas más las que no se pueden contar. Algunas porque perfectamente censuradas ni se han podido conocer, otras porque los propios artistas se niegan a admitir que han sido censuradas – “simplemente mis fotos no se expusieron en mi país hasta después de muchos años”, o “realmente nunca me han censurado, el que me hayan registrado el taller, retenido la obra… no se puede considerar censura”. Otros artistas ejercen una ley de supervivencia con la autocensura, rogándonos que no publiquemos nada de ellos. En definitiva, entre la dificultad y el miedo, entre la censura previa, el exceso de cuidado, la falta de dinero público para según qué cosas, la debilidad de la definición de qué es arte… casi no queda espacio para la censura real. Llegará un momento en el que no haga falta la censura, nosotros mismos nos taparemos la boca y cortaremos las manos. En ese momento ya no hará falta que nadie nos diga lo que es bueno, lo que es correcto ni lo que es arte. Posiblemente estaremos todos muertos.