Cuerpos, cuerpos, cuerpos
En las pinturas de David Salle (Norman, EE.UU., 1952) siempre hay cuerpos dibujados en blanco y negro. Cuerpos grotescos que asociamos con el deseo, con la lujuria y con algún otro exceso natural en la vida de los cuerpos. Cuerpos que habitan pinturas multicolores como si fuera algo natural, cuando todos sabemos que es lo menos natural posible. Algo absolutamente disfuncional. En sus fotografías, todo vuelve a ser blanco y negro, como en las películas de serie B, de detectives y rubias impredecibles. Pero aquí los cuerpos se esconden, y habitan en las sombras de lugares que no tienen colores ni escenarios posibles. Sus cuerpos que se mostraron lúbricos y tan naturales en las pinturas, aquí se esconden desnudos detrás de lienzos blancos, sábanas que ocultan pero no esconden el deseo de aquellos otros cuerpos que se ofrecían sobre mesas, como manjares a la vista, desnudos pero calzados con zapatos de tacón. Una iconología tan en blanco y negro como sus fotografías. Nuevamente en estos trabajos la fotografía y la pintura suponen un continuo, una prolongación de historias y de sueños, de realidad y de misterio. Pero lo que en la pintura podía parecer grotesco y surreal, en las fotografías alcanzan un lirismo obsceno difícil de eludir.
Lo que en la pintura podía parecer grotesco y surreal, en las fotografías alcanzan un lirismo obsceno
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