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Candida Höfer

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Candida Höfer. Haus des Rundfunks, Berlin X, 2001. Cortesía Galerie Frehriking Wiesehöfer, Colonia, y Galería Fúcares, Madrid

La relación del espacio con lo que ese espacio contiene, la huella de las personas y del conocimiento que ha albergado, la memoria viva, como una huella invisible pero permanente, de esos espacios habitados por la cultura y el conocimiento, es el tema central de la mayor parte del trabajo de Candida Höfer. En sus fotografías el espacio vacío, las paredes, las ventanas, los suelos, todas esas zonas donde habitualmente un espectador no se fija al visitar un museo, cobran un inesperado protagonismo. “Hay un momento del día en el museo en el que las estructuras espaciales, las paredes, las ventanas, puertas y escaleras, sus proporciones, sus relaciones internas, los colores y la luz, llegan a ser mucho más visibles entre el público que los visita y los objetos que se exhiben”. La pulcritud de sus imágenes junto con la ausencia casi absoluta de personas convierten a la arquitectura de estos lugares en la verdadera protagonista de la fotografía.

Candida Höfer parece más interesada en aquellos lugares que se ocultan a la ocupación del visitante

Museos parcialmente observados, salas de conferencias, aulas magnas, almacenes de colecciones y de museos, zonas intermedias en estos espacios destinados a la cultura, reviven una tradición de paisajismo interior que predomina en la pintura holandesa y germánica. El lugar compite con lo que ese lugar contiene, hasta el punto de que nunca una obra de arte, una pintura, un objeto, ocupa el centro de la imagen. Es, sin embargo, el color de unas sillas, la luz que recorre un pasillo, una escalinata que no sabemos hacia dónde nos lleva, lo que centra la atención del espectador.

Candida Höfer. Banco de España, Madrid IV 2000

La inteligencia que habita estos espacios estructura sus relaciones internas, el diálogo entre el silencio y el ruido, entre la multitud ausente y la memoria de miles de visitantes pasados, un diálogo en el que la luz y los colores marcan un ritmo lento y constante. Candida Höfer parece más interesada en aquellos lugares que se ocultan a la ocupación del visitante, esos lugares aparentemente sin mayor importancia que sirven de puente entre unos lugares y otros en los espacios públicos. El arte vive aquí, se siente su presencia, la vida de una historia de sensaciones y deseos, pero la fotógrafa se limita a enmarcar el lugar donde las cosas han podido suceder. De una manera sutil y lateral, Höfer nos cuenta una historia menor dentro de la gran historia del conocimiento.…

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