Hay ciertos lugares del planeta que al ser visitados, juegan especialmente con nuestro sentido del tiempo. La ciudad de La Habana es uno de ellos. Circunstancias políticas y económicas han permitido que el desarrollo urbano desenfrenado ocurrido en el resto del planeta no se haya producido aquí. Transitando sus calles descubrimos un rico legado arquitectónico que incluye colonialismo español, el decó o el Estilo Internacional. Al contrario de otras ruinas, que aparecen repentinamente por la acción violenta de desastres naturales o militares, la ruina abandonada surge por la inacción durante un largo periodo. Apenas apreciamos el transcurso del tiempo en su lento transcurrir; pero al contemplar un edificio lejanamente abandonado, nos enfrentamos a un lapso temporal de una forma muy palpable. Esta vertiginosa experiencia del tiempo es lo que nos conmueve de la ruina abandonada.
La ruina, y su apreciación estética, es un fenómeno profundamente occidental. En la historia del arte asiático apenas hay ejemplos de este motivo, pero en la actualidad ha adquirido gran protagonismo en países como China y Japón. En este último, por ejemplo, descubrimos una enorme afición por fotografiar zonas industriales abandonadas. También llamadas haikyo, estas áreas son víctimas del proceso de desindustrialización del país. Quedan exhaustivamente retratadas por aficionados que las cuelgan en páginas de Internet especializadas. Como en el pasado lo hizo la pintura o la fotografía, es ahora el medio electrónico el que almacena el archivo de las ruinas del pasado.
La ruina abandonada es profundamente romántica, aunque esa ruina ya no sea de piedra sino de hierro y huela a óxido. La ruina industrial se ha convertido en el nuevo refugio de las complejas realidades de una economía electrónica global. Los polígonos industriales abandonados que han surgido en São Paulo, Beijing, Bilbao o Pensilvania apenas se diferencian unos de otros. Tampoco las imágenes que intentan plasmarlos, que indican un gusto transnacional por la ruina industrial que supera particularidades regionales.…
Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO
Suscríbete