anterior

Fiona Tan: Visiones de desoriente

siguiente
Fiona Tan

Fiona Tan: Desoriente, 2016-2017, Guggenheim de Bilbao

Para comprender la obra de Fiona Tan antes se ha de conocer sus orígenes. Nacida en 1966 en la isla de Sumatra (Indonesia), reside en Holanda desde el año 88, considerándose así misma una extranjera profesional, emigrante de nacimiento. Sus orígenes son fundamentales en el desarrollo de su obra, influyéndola y marcando la pautas de la misma. Sus trabajos son el resultado, también, de la mezcla de soportes, desde el cine hasta la fotografía pasando por la vídeo-instalación, centrándose en la formación de identidades en un mundo globalizado y postcolonial, centrándose en los distintos mitos y leyendas de Oriente.

Desoriente, obra que ahora se muestra en el Museo Guggenheim de Bilbao, fue ideada por Tan en 2009 para el pabellón de Holanda en 53ª edición de la Bienal de Venecia, lugar en donde se sitúa parcialmente la acción y la filmación de la obra. En esa idea de globalización, Desoriente cuenta la historia de Venecia como punto estratégico del comercio entre Europa y los territorios asiáticos entre los siglos XIII y XVI. Esta filmación aborda no sólo la importancia de este hecho, también se centra el el sueño de un Gran Oriente, del que Marco Polo se hizo eco en su Libro de las maravillas del mundo. Fue este libro del veneciano el que creó, en la Europa de su época, esa imagen de Oriente, un lugar de sueños y maravillas y que la artista indonesia refleja en su obra.

Desoriente recoge pues, las claves de Marco Polo, que aparece en forma de voz en off a través de los altavoces de la instalación, poniendo en relación las imágenes que proyectas dos pantallas enfrentadas. La primera de las pantallas muestra un recorrido anacrónico de los souvenirs y trofeos que los europeos de aquellos siglos recogían de Oriente. desde animales exóticos disecados, estatuillas de oro, telas, porcelanas, especias, amuletos, lamparas y muchos otros adornos o, incluso, las distintas monedas de aquellos países. Estos objetos se muestran en un almacén a modo de gabinete de curiosidades, custodiadas por un personaje occidental que transmite misterio y meditación (ayuda el hecho de que esté ataviado con una túnica dorada). La segunda de las pantallas, situada enfrente de la primera, muestra un montaje de varias imágenes, sin fechar, contemporáneas, que describen las condiciones de vida y trabajo en los diversos lugares que Marco Polo visitó a lo largo de su vida. Afganistam, Iraq y China centran la acción de esta proyección en los trabajadores, desarrollando su labor en las fábricas. La producción en masa, las revueltas, la pobreza, la explotación y la supervivencia, todo mezclado con la contaminación y las ruinas de aquellos lugares de ensueño que el explorador italiano plasmaba con detalle en su libro.
El resultado del conjunto de la instalación es un enfrentamiento, una contienda entre ese Oriente idealizado por los europeos, a través de Marco Polo y la actualidad más cruenta de aquellos países. El lujo de los bienes mostrados en la primera pantalla frente a la pobreza de la segunda, una confrontación que, a priori no poseen una conexión, pero que se establece por esa narración basada en la obra del italiano, de aquella Asia que nos mostró.

(Desoriente de Fiona Tan en el Museo Guggengeim de Bilbao. Desde el 22 de diciembre al 19 de marzo de 2017)