No deja de ser paradójico que cualquier profundización en el conocimiento, sea a su vez una absoluta pérdida de certezas. Que con cada nuevo avance se desplieguen tantas incertidumbres que tiemblen los cimientos sobre los que se construye nuestra noción de realidad, nuestra forma de interpretar el mundo y los fenómenos que en él tienen lugar. Esto es lo que ha pasado a lo largo de los últimos cien años con el desarrollo de la física cuántica. Una disciplina que nos ha permitido llegar a donde la física clásica no podía, dar sentido a manifestaciones para las que esta se había demostrado insuficiente. Y que cada día está más presente en nuestras vidas. Tomando como punto de partida este desafío a la comprensión tradicional de cuanto nos pasa y nos rodea, y aceptando que la incertidumbre —uno de los principios fundamentales de la mecánica cuántica— es inherente a cualquier proceso de conocimiento, la exposición Visiones cuánticas propuesta por Tabakalera (Donostia / San Sebastián) reúne once instalaciones de artistas internacionales que, pese a las complejidades que esto entraña, se han adentrado en el mundo cuántico. Demostrando que no existe una sola forma de entender la realidad sino muchas, que un mismo fenómeno u objeto puede ser visto desde infinitas perspectivas, y que todas juntas configuran lo que hoy llamamos conocimiento.
Somos una sociedad que ha alcanzado a formular la mecánica cuántica, pero que al mismo tiempo es incapaz de entenderla plenamente. Quienes trabajan con ella cuentan que se trata de una teoría que describe fenómenos que ocurren a escalas extremadamente pequeñas, es decir, que su interés reside en cómo se comportan partículas subatómicas como los electrones, los fotones o los quarks. Y para ello se basa en principios como la superposición, el enlazamiento cuántico o la incertidumbre. Es pues, un marco epistemológico complejísimo basado en conceptos muy extraños, en el que más que entender el fondo, lo que se busca comprender es la coherencia del todo. Sin embargo, y pese a que hasta ahora todas las predicciones que se han hecho del mundo cuántico han acabado cumpliéndose, seguimos sin saber si lo que habitamos es un caos absoluto en el que nuestros movimientos son una sucesión de acciones aleatorias, o si formamos parte de un mecanismo de relojería perfecto.
Lo cuántico tiene especial relevancia en campos de la ciencia como la computación, la criptografía, los sensores o la teletransportación (en el sentido de transferir información instantáneamente), pero también está en la base de muchos de los debates que están teniendo lugar en el campo de las artes, la filosofía y las humanidades actualmente. Imaginar un mundo en el que lo radicalmente pequeño no tiene una posición fija sino que existe en un estado de posibilidades. En el que el simple hecho de observar un sistema lo transforma. En el que los elementos se definen con precisión cuando se insertan en realidades concretas. En definitiva, reflexionar sobre cómo estas ideas y conceptos inspiran nuevas formas de pensar nos lleva a replantearnos nuestra comprensión de la realidad y las relaciones que en ella ocurren. Por eso, un siglo después de su desarrollo, esta exposición invita a explorar la dimensión poética, filosófica y estética de la mecánica cuántica a través de una selección de instalaciones multimedia, videoinstalaciones, vídeos, y hasta un videojuego cooperativo.
Visiones cuánticas se ha organizado con motivo del Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas (IYQ), con el que se busca concienciar sobre la importancia de la ciencia cuántica y sus aplicaciones, y coincide además con la llegada a Donostia del sexto ordenador cuántico que IBM instala en el mundo. Para su realización, Tabakalera ha contado con la colaboración del Donostia International Physics Center (DIPC), el centro tecnológico Tekniker y la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN Centre Européen de Recherche Nucléaire), cuyo programa artístico Arts at CERN dirigía hasta hace apenas un mes la curadora de la exposición, Mónica Bello. Se trata de la primera parada de un proyecto que, a finales de agosto viajará a la Haus der Elektronischen Künste (HEK) de Basilea, y a principios del año que viene se mostrará en la MU Hybrid Art House de Eindhoven, ambas instituciones coproductoras de la muestra.
Las obras presentadas piensan desde múltiples lugares los principios de la ciencia cuántica y sus aplicaciones revolucionarias. Trabajan con nociones como el entrelazamiento cuántico, por la que dos partículas pueden estar conectadas de tal manera que el estado de una afecta instantáneamente al estado de la otra, sin importar la distancia entre ellas. Se aproximan a la idea de que una partícula puede superponerse, es decir, estar en múltiples estados a la vez hasta que es observada o medida. Y toman, como lugar desde el que articular sus reflexiones, el principio de incertidumbre, según el cual no podemos conocer con total precisión la posición y la velocidad de una partícula al mismo tiempo.
Inspirada por la extraña biología que rige el mundo de los líquenes, las paradojas de los agujeros negros y el entrelazamiento cuántico, Alice Bucknell ha desarrollado un videojuego cooperativo en el que explora los límites del lenguaje y del conocimiento humano y especula sobre formas de comprender la vida y la inteligencia. La cineasta Jaione Camborda, ganadora en 2023 de la Concha de Oro del 71 Festival de San Sebastián con O corno, presenta un ensayo fílmico de nueva producción en el que la narración visual habitual del cine es negada y reemplazada por un haz de luz que resalta lo arquitectónico de una pantalla.
La naturaleza del tiempo y el movimiento son pensados por Abelardo Gil-Fournier en una pieza que parte de la paradoja de Zenon de Enrico Fermi. El vídeo de una hoja cayendo reacciona a la posición de los/as visitantes a su alrededor y se pausa cuando los sensores distribuidos por el espacio detectan actividad. Libby Heaney superpone piezas escultóricas de vidrio a clips de video para reflexionar sobre nuestra percepción del tiempo y la materia. Joan Heemskerk propone una interpretación artística de las posibilidades de transmisión de datos a través de redes cuánticas en el futuro, reimaginando cómo sería un modelo de computación no basado en el sistema binario. En su instalación, Yunchul Kim transforma algas marinas en hidrogel para hacer visibles las fuerzas físicas a través de efectos ópticos, y conectar la materia y su transformación con la sensibilidad humana.
Seguimos sin saber si lo que habitamos es un caos absoluto en el que nuestros movimientos son una sucesión de acciones aleatorias; o si formamos parte de un mecanismo de relojería perfecto
Basándose en la estructura de un ordenador cuántico y entendiendo el sonido como uno de los elementos que más irregularidades genera en un sistema cuántico, Adriana Knauf explora la incertidumbre como característica fundamental del universo. Nicole L’Huillier reimagina instrumentos científicos tradicionales y explora nuevas formas de moverse a través de inteligencias vibracionales. A partir de un generador de números aleatorios cuánticos Yuri Pattison manipula simulaciones del cielo y reflexiona sobre la historia y el impacto de la computación cuántica. Marina Rosenfeld apela al sonido, el tacto y el movimiento de escalas subatómicas. En la obra del dúo artístico Semiconductor una línea continua representa los orbitales electrónicos, las zonas donde los electrones podrían estar. En lugar de mostrar ubicaciones exactas, sus líneas revelan un mapa de probabilidades.
Visiones cuánticas es la más reciente de una lista de exposiciones comisariadas por Bello que exploran la relación entre la mecánica cuántica y la creación artística. La preceden otras como Instrumentos de visión, del artista italiano Armin Linke, que tuvo lugar en la Igrexa da Universidade de Santiago de Compostela en 2024, y Cuántica, en 2019, realizada en el CCCB Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, además de las llevadas a cabo en el marco del programa Arts at CERN. La de Tabakalera forma parte de la iniciativa Arte, Ciencia, Tecnología y Sociedad puesta en marcha por el centro donostiarra hace cinco años con el objetivo de generar nuevos conocimientos a partir del encuentro entre artistas e investigadores/as. De ahí que, como prólogo a la muestra, en el espacio central de la sala se haya instalado un proyecto de mediación y divulgación sobre física cuántica diseñado por el estudio creativo Morgancrea, que acerca al público general los fundamentos de la disciplina.
Llevamos cien años conviviendo con un lenguaje que, paulatinamente, ha ido desmontando todo aquello cuanto creíamos haber comprendido, un lenguaje ligado a una forma de conocimiento que trasciende lo que nuestros sentidos pueden percibir. Regida por leyes completamente nuevas, la física cuántica nos ha hecho reestudiar conceptos tan estructurales del pensamiento occidental como el espacio, el tiempo y la materia, y asumir que la intuición ya no es la única vía posible para el conocimiento. Con su desarrollo estamos aprendiendo a pensar diferente y a no hacerlo siempre desde un mismo lugar, sino desde muchos, desde todos, y simultáneamente. Por eso, proponer una aproximación a los fundamentos de la mecánica cuántica desde lo artístico, aceptado no sólo las complejidades que entraña, sino utilizándolas como punto de partida, desarrollándolas y poniendo el foco sobre ellas, tal y como hacen los artistas cuyas obras se presentan en Visiones cuánticas, es la forma más sincera de relacionarnos con un mundo cuya última esencia, si es que existe algo como tal, escapa a nuestra percepción.
(Visiones cuánticas, Tabakalera, Donostia / San Sebastián. Hasta el 8 de junio de 2025)