En línea con las precedentes Atlas, ¿cómo llevar el mundo a cuestas? e Insurrecciones, el Museo Reina Sofía acoge la última exposición comisariada por el filósofo, historiador del arte y teórico de la cultura visual francés Georges Didi-Huberman, una profunda reflexión sobre las emociones y su capacidad transformadora que se fundamenta en las palabras del poeta Federico García Lorca y en una perspectiva crítica y filosófica sobre la imagen. Organizada en colaboración con el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), reúne cerca de 300 obras de 140 artistas, articuladas en un recorrido temático que explora la conexión entre las imágenes, las emociones y su impacto colectivo.
El marco conceptual: “duende” de Lorca y emoción desbordada
La exposición parte del verso “En el aire conmovido”, extraído del poema “Romance de la luna, luna”, primer poema del Romancero gitano de Lorca, que encapsula la idea central del proyecto: cómo las emociones individuales pueden trascender la experiencia individual y convertirse en una conmoción colectiva, en un motor de cambio, ya sea estético o político. La emoción, en su estado más puro, puede devenir en una conmoción que afecta no solo a los individuos sino al ambiente, al aire conmovido. El “duende”, esa fuerza misteriosa y arrebatadora que Lorca describió en su conferencia de 1933 “Juego y teoría del duende”, categoría estética de intensidad y emoción desbordada, se convierte en un hilo conductor que atraviesa toda la exposición, situando al poeta granadino como un referente universal en la historia estética europea junto a Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich Schiller, Friedrich Nietzsche o Georges Bataille.
Este duende no es solo un fenómeno artístico, sino también filosófico, emparentado con conceptos como el “demon” de Sócrates, el “daimon” de Goethe o el inconsciente de Freud. Inspirándose también en la noción alemana de Stimmung (estado de ánimo atmosférico), Didi-Huberman presenta la emoción como algo que se mueve entre los cuerpos, transformando el espacio; algo que materializan muy bien las esculturas de Fred Sandback (hilos que cortan y alteran el espacio) o las atmósferas creadas por artistas como Joan Miró y Simon Hantaï (que representan la interacción entre el vacío y la forma).
Libre asociación visual
La exposición se organiza en siete bloques temáticos que juegan con la libre asociación visual: Infancias, Pensamientos, Caras, Gestos, Sitios, Políticas y nuevamente Infancias. Cada capítulo se acompaña de versos de Lorca, creando un diálogo constante entre las obras y la poética lorquiana. En su recorrido, el visitante encontrará pinturas, esculturas, fotografías, cine, instalaciones y obras literarias y filosóficas que abarcan desde el siglo XVI hasta la contemporaneidad.
El recorrido comienza con la mirada de la infancia, representada a través de obras de creadores como Víctor Erice, Robert Capa y Bertolt Brecht. Aquí, la luna y el niño, motivos recurrentes en Lorca (los versos «El niño la mira mira / el niño la está mirando» del poema citado abren la sección), simbolizan la fragilidad y la resiliencia humanas. Destacan los dibujos de Goethe, quien influyó en la concepción lorquiana del duende, y el manuscrito original de Romance de la luna, luna. En el segundo bloque, Pensamientos, se enfrentan dos enfoques sobre las emociones: la racionalización y la comprensión romántica. Obras de artistas y pensadores como Charles Darwin, Charles Le Brun y Friedrich Nietzsche se combinan para explorar cómo las emociones han sido representadas y analizadas en diferentes épocas. Mientras que en la primera subsección, Alfabetización, se plantea el modo racional y metódico de aprendizaje (Aristóteles, Darwin, Descartes, Ignacio de Loyola, Le Brun), en la segunda, Emancipación, se presenta el enfoque más caótico y romántico (Georges Bataille, Ludwig van Beethoven, José Bergamín, Gilles Deleuze, Lorca).
Las emociones tienen una dimensión ética necesaria, que estimulan la capacidad crítica
El tercer capítulo examina el rostro humano como espejo de las emociones. Desde las máscaras mortuorias de Hegel y Nietzsche hasta la serie Aliento de Óscar Muñoz, las obras reflejan la vulnerabilidad y la intensidad del ser humano. También se incluyen retratos surrealistas de Lorca, fotografías de los supervivientes de Auschwitz (como las realizadas por Esther Shalev-Gerz) o las Montserrat de Julio González. En Gestos, la exposición aborda la gestualidad como lenguaje emocional. Esculturas de Auguste Rodin, dibujos de Salvador Dalí, registros de danza flamenca (Israel Galván) o de gestualidad vinculada con experiencias psicotrópicas o enfermedades mentales (Antonin Artaud, Salvador Dalí, Henri Michaux, Unica Zürn) destacan cómo los movimientos corporales capturan las fuerzas invisibles de las emociones.
A continuación, los sitios o lugares son interpretados como espacios cargados de emoción. Desde las esculturas de Fred Sandback, que alteran la percepción espacial, hasta las representaciones de brumas y vientos en obras de Francisco de Goya, Goethe y Lucia Fontana, esta sección refleja cómo el entorno se convierte en un “aire conmovido”. La sexta sección, Políticas, analiza las emociones como motores de cambio social. En la primera de las salas, Lutos, se documentan el dolor y las pérdidas causadas por conflictos bélicos, mientras que en la segunda, Luchas, presenta obras que capturan la resistencia y la lucha por la justicia. Entre los artistas destacados están Käthe Kollwitz (cuya obra ha sido recuperada en los últimos años con mucho énfasis, como en la muestra dedicada en el Reina Sofía en 2022), Picasso y Goya.
La saturación de imágenes en la sociedad contemporánea, especialmente a través de redes sociales y medios digitales, ha llevado a una banalización de su significado
El recorrido concluye con una vuelta a la infancia, que se asocia con el concepto de memoria y utopía, y subraya su capacidad tanto para recuperar la capacidad de sorpresa y sensibilidad frente a las imágenes como para imaginar y proyectar utopías incluso en contextos de violencia. Dibujos de niños refugiados supervivientes de conflictos bélicos o esculturas del artista francés Pascal Convert realizadas a partir de tocones de árboles dañados en la Primera Guerra Mundial cierran la exposición con una reflexión sobre la esperanza y la memoria.
Banalización política de las imágenes
En una entrevista reciente, Didi-Huberman establecía una distinción crucial entre poder y potencia. Mientras que el poder de las imágenes se asocia con su capacidad para manipular y dominar, como ocurre en el ámbito de la propaganda, la potencia reside en su habilidad para generar pensamiento crítico, conmoción y emancipación. Este enfoque se refleja en la selección de obras de la exposición, que rechaza la espectacularidad para enfatizar la reflexión. El filósofo considera que la saturación de imágenes en la sociedad contemporánea, especialmente a través de redes sociales y medios digitales, ha llevado a una banalización de su significado. En contraste, aboga por una aproximación más pausada y profunda a la imagen, que permita no solo sentir, sino pensar y transformar. En otra entrevista, el comisario insistía en que las emociones tienen una dimensión ética necesaria, que estimulan la capacidad crítica y humana de reaccionar ante la injusticia y el sufrimiento.
Como en anteriores exposiciones comisariadas por el filósofo, el montaje se convierte en un acto poético y crítico. Inspirado en la metodología de Aby Warburg, la exposición se plantea como un ensayo visual que utiliza el montaje para generar nuevas interpretaciones y asociaciones, creando un diálogo entre imágenes que rompe con las narrativas lineales. El montaje tiene la capacidad de descontextualizar y recontextualizar las imágenes, creando significados inéditos, nuevos conocimientos que conectan la historia del arte con las problemáticas actuales. La tensión entre pasado y presente es generadora de reflexión.
Para profundizar en los conceptos abordados, el 6 de noviembre el museo organizó el encuentro Conocimiento por conmociones, con diálogo del comisario y Manuel Borja-Villel, además de la intervención escénica de la cantaora flamenca Inés Bacán y de la bailarina, Premio Nacional de Danza 2024, Luz Arcas, conectando las ideas de la exposición con el flamenco y la danza contemporánea.
(“En el aire conmovido…”, Museo Reina Sofía de Madrid. Hasta el 17 de marzo de 2025)