Hubo un tiempo en el que el número 29 de la calle de Villanueva de Madrid era una cita obligada para los aficionados al arte contemporáneo. Bajando una pequeña escalera se llegaba a una de las galerías pioneras en España, Egam. Enrique-Gómez Acebo Mariscal fue su fundador y director hasta el final, más de 40 años de trabajo y fe en el arte español. Hoy haría, mes arriba mes abajo, 48 años de su apertura y cinco años desde que cerró sus puertas. Hoy damos la noticia de su fallecimiento a los 76 años , ya alejado del mundo del arte. Enrique Gómez-Acebo tenía solo 28 años cuando abría su galería, abandonando el ejercicio de la pintura para convertirse en galerista. Y fue durante 40 años un galerista de referencia, un hombre elegante, alto y moderno, con una visión magistral para seleccionar a sus artistas y, todo hay que decirlo, con una visión del mercado bastante menos depurada. Su origen social y su patrimonio le habían facilitado un conocimiento del mundo y del arte internacional que sin duda le serviría para aguantar su galería durante mas de tres décadas.
Por las salas de Egam pasaron algunos de los mejores artistas del momento
Egam siempre estuvo en el mismo lugar, en un gesto de inmovilidad que da coherencia al proyecto, pero que también se puede interpretar como la ligazón con un momento ya periclitado, cuando Theo, Juana Mordo y Biosca, junto con Egam, y poco después Buades, Ovidio…. Eran las referencias del arte en Madrid. Sin coleccionistas, sin público, sin que las instituciones fueran ni de visita, la supervivencia de las galerías era un acto de fe. Por las salas de Egam pasaron algunos de los mejores artistas del momento, desde Mitsuo Miura, a Gerardo Aparicio, sin olvidar a Curro Ulzurrun, Guillermo Lledó, Carmen Laffon, Isabel Quintanilla (la primera obra que se vendió fue un dibujo suyo). Inolvidable su presencia en la primera edición de ARCO con un palé de Guillermo Lledó en la pared como obra única, un ejercicio de modernidad que hoy, 36 años más tarde, todavía sería considerada como un exceso de radical modernidad. Simplemente una maravilla. Hoy despedimos a Enrique, el Señor Egam, un personaje y un caballero de los que no abundan en el mundo del arte. Y un gran galerista pese a la época y a una visión un tanto exquisita de lo que es el mercado. Buen viaje, Enrique.