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Dos caras de la misma moneda: fotografía contemporánea en el Centro Niemeyer

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Fotografía de Erwin Olaf en la que aparece un joven llorando.
Erwin Olaf, Troy (de la serie Grief). Cortesía Erwin Olaf Studio (Ámsterdam)

Como si se tratara de un gesto irónico o de una invitación a la reflexión sobre nuestra propia naturaleza humana, el Centro Niemeyer de Avilés (Asturias) acoge actualmente dos muestras de fotografía casi antagónicas en su aproximación a lo humano, a las personas y a su modo de ser: dos perspectivas muy distintas del género fotográfico del ser humano y de su forma de habitar el mundo (o de desvanecerse con él), dos caras de la misma moneda. Mientras en la Sala de Fotografía somos testigos de “un mundo que desvanece”, la plaza del edificio nos exhorta a danzar: “¡bailemos!”, nos interpela a través de sus imágenes. Mientras que una muestra celebra la vitalidad, la pasión desbordante a través de la danza, la otra retrata la faceta más solitaria y exánime de nuestro tiempo. Esa complejidad somos nosotros, las personas; esa pluralidad compleja e intricada debe expresar el arte. En esta ocasión, nos estamos refiriendo a las exposiciones de fotografía Erwin Olaf. Un mundo que desvanece, comisariada por Paco Barragán, y a la muestra Isabel Muñoz. ¡Bailemos!, comisariada por Rosa Olivares.

Ganador del prestigioso Premio Johannes Vermeer (2011), Erwin Olaf analiza de manera incisiva la desorientación y el sentido de pérdida del sujeto contemporáneo

En el primer caso, el foco principal de la exposición se centra en retratar la alienación humana contemporánea, así como otras expresiones y emociones ligadas a este estado de enajenación: la tristeza, la soledad, la incomunicación, la melancolía… Se trata, en este caso, de mostrar la futilidad de la existencia con que vivimos en el presente siglo. Esa es el alma de la obra del internacionalmente aclamado artista neerlandés Erwin Olaf (Hilversum, 1959), uno de los grandes renovadores de la fotografía y el vídeo narrativos desde finales de los años 90, especialmente relevante además en la transformación de los lenguajes de la fotografía comercial o publicitaria y en la fotografía de moda.

Erwin Olaf. Un mundo que desvanece abría sus puertas el pasado 12 de julio y permanecerá en Avilés hasta el 3 de diciembre, ofreciendo al público una selección muy precisa de instantáneas y desarrollos audiovisuales con el intento explícito de mostrar la progresiva alienación e incomunicación del ser humano en la metrópolis del siglo XXI, dominado por el peso de los tabúes y las convenciones sociales. Entre la ficción y la realidad, sus fotografías no recurren a la búsqueda y captura del instante decisivo, pero sí, en cambio, retratan escenas posibles en muchos casos: momentos que podrían haberse dado en la vida real pero que nunca sucedieron.

Bajo el comisariado del Dr. Paco Barragán, y con el apoyo de la Embajada del Reino de los Países Bajos en España, la muestra –que tiene como subtítulo El fracaso de las pequeñas y grandes narrativas en el siglo XXI– recoge una ochentena de fotografías, vídeos y videoinstalaciones realizadas a partir del año 2000 que acercan al visitante a las claves de una práctica artística que, de manera sofisticada y compleja, capta aspectos como la ansiedad, la vulnerabilidad, la soledad o la melancolía en un mundo en plena crisis y sujeto a inimaginables y radicales transformaciones.

Erwin Olaf, Retrato Irene (de la serie Grief), 2007. Cortesía Erwin Olaf Studio (Ámsterdam)

Tal y como reflejan las fotografías expuestas en la muestra del Niemeyer, el ser humano ya no tendría una red o colectividad social en la que apoyarse, donde integrarse y entablar lazos genuinos

Vista de sala de la exposición Erwin Olaf. Un mundo que desvanece. Cortesía del Centro Niemeyer de Avilés. © Carranza

Ganador del prestigioso Premio Johannes Vermeer (2011), Erwin Olaf analiza de manera incisiva la desorientación y el sentido de pérdida del sujeto contemporáneo. Se trata de un artista cuya práctica interdisciplinar se centra en los individuos marginalizados por la sociedad. Entre algunos de los méritos y galardones que ostenta cabe destacar que en 2019 Olaf fue nombrado Caballero de la Orden del León de los Países Bajos por haber donado 500 obras a la colección del Rijksmuseum. Dentro de nuestra editorial, su obra ha sido incluida en las revistas EXIT #05 – Esto es una fiesta, EXIT #39 – El circo, EXIT #48 – Belleza artificial y EXIT #62 – Miedos y ha formado parte igualmente de la selección de artistas que recoge la publicación 100 Fotógrafos europeos. Tal y como reflejan las fotografías expuestas en la muestra del Niemeyer, el ser humano ya no tendría una red o colectividad social en la que apoyarse, donde integrarse y entablar lazos genuinos: ni la familia ni la pareja ni los amigos ni la Iglesia ni la universidad ni el estado son capaces de facilitar esa orientación y consuelo que antes esperábamos de ellos. Y el advenimiento de la pandemia solo ha sabido acentuar ese estado de desamparo de manera descarnada y, sobre todo, surrealista.

En palabras de la programadora de Fotografía del Centro Niemeyer, Rosa Olivares, “la presencia de Erwin Olaf y este vasto conjunto de su trabajo durante décadas que podemos ver en el Centro Niemeyer, hasta el mes de diciembre, nos coloca a todos los aficionados a la fotografía y al arte unos pasos más allá de lo que hasta ahora habíamos contemplado, nos aleja del ensimismamiento hedonista y nos traslada al otro lado del cristal”. Y es que, según Olivares: “El lenguaje fotográfico de Erwin Olaf nos atrae como solo la belleza exagerada puede hacerlo y a la vez nos expulsa de un paraíso soñado dejándonos a solas con el miedo, la duda y el aislamiento de la soledad”.

Tango, danza cubana, flamenco, bailes orientales… Las obras de Muñoz muestran cuerpos en acción

Ajena a todos estos sentimientos se encuentra la muestra que comisariaba la propia Rosa Olivares de la artista catalana Isabel Muñoz (Barcelona, 1951). Su trayectoria creativa es singular: de 1990 a 2007 se dedica a recorrer el mundo con el objetivo de intentar compartir sus emociones, y trabaja como reportera y fotógrafa. A través de la danza realiza trabajos en Cuba, Burkina Fasso, Mali, Egipto, Turquía y con el ballet de Víctor Ullate. En esa ecuación de arte que supone el baile, la artista ha profundizado sin descanso para concebir la exposición Isabel Muñoz. ¡Bailemos! La muestra, como un viaje a través de una veintena de instantáneas, convierte la Plaza del Centro Niemeyer en un enorme salón de baile hasta el 3 de diciembre de 2023, con cuerpos en acción mostrados por medio de fotografías de diferentes tamaños, que se reparten por las paredes exteriores del espacio cultural de la ría.

Tango, danza cubana, flamenco, bailes orientales… Las obras de Muñoz muestran cuerpos en acción, y aunque colgadas en el silencio, estáticas, esperan que suene la música para saltar al suelo y empezar a moverse y a disfrutar. Su movimiento en espera requiere de nuestra mirada para activarse y así contagiar nuestro cuerpo contemplativo y transformarlo en un cuerpo en acción, dispuesto para la danza. En este sentido, Isabel pone la imagen, pero son los visitantes quienes tienen que poner la música. Es el espectador el que pone el cuerpo y forma, de este modo, parte de una coreografía plural y vibrante. Se trata, pues, de un homenaje a un arte común y universal, pues todas las culturas bailan: en todas las lenguas, las razas y las épocas se ha bailado. La exposición se convierte, así pues, en un homenaje a los cuerpos que bailan, al baile, al deseo de bailar que, como asegura la comisaria de la muestra, “es algo parecido a la alegría de vivir”.

Isabel Muñoz, Sin título, de la serie Ballet Nacional de Cuba, 2001. © 2021 Isabel Muñoz

En su gran mayoría y a rasgos generales, la obra de Isabel Muñoz (galardonada con el premio World Press Photo en 1999 en la categoría Arte y Entretenimiento y en 2004 en la categoría Retratos; también premiada con el Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid en 2006, el Premio PHotoEspaña y la Medalla al Mérito de las Bellas Artes en 2009, y el Premio Nacional de Fotografía en 2016) gira en torno a la persona, más concretamente en torno a los cuerpos de las personas. Por eso el baile es una constante en su fotografía: el baile, el movimiento, la danza, el ritmo, el sexo, la sensualidad. Esa magia que hace que cada cuerpo sea un grito de vida. Cabe destacar que, dentro de nuestra editorial, la obra fotográfica de Isabel Muñoz está incluida en la revista EXIT #82 – Sentimientos e igualmente forma parte de la publicación 100 Fotógrafos españoles.

No se trata de una lucha de contrarios sino de un juego de espejos. La colectividad que baila frente al sujeto despojado de vitalidad

De esta forma, podemos comprobar aquello que anunciábamos en un inicio: en el Centro Niemeyer de Avilés se contraponen (o mejor dicho: se entrelazan, se entrecruzan) en la actualidad relatos y prácticas fotográficas casi opuestas, manifiestamente divergentes. Frente al movimiento cargado de sensualidad, pasión y alegría en las obras de Isabel Muñoz, las fotografías de Erwin Olaf nos zambullen en un universo marcadamente solipsista y abstraído, atravesado por la ansiedad, la vulnerabilidad, la soledad o la melancolía. Frente a la fotografía desbordante –que disemina la música y abraza el movimiento– que podemos contemplar en la muestra ¡Bailemos!, la fotografía de Olaf se caracteriza por articular una imagen meticulosamente diseñada –con una enorme potencia narrativa y poética–, recurriendo al posado y a la gestualidad para sugerir una historia, un relato, un cuento que asoma y que recreamos.

En el Centro Niemeyer (y hasta el 3 de diciembre, fecha en la que clausuran las dos muestras comentadas), las fotografías friccionan, los sentimientos y expresiones se contraponen, se contradicen y nos sorprenden, hasta devolvernos una visión poliédrica de nuestra propia identidad como seres humanos. No se trata de una lucha de contrarios sino de un juego de espejos. La colectividad que baila frente al sujeto despojado de vitalidad. El jolgorio y alegría del baile, la sensación de eternidad de la fiesta y la potencia de lo festivo, frente a la incomunicación del ser humano y su lucha por no caer en el abismo, en la penuria más lamentable. En el Centro Niemeyer podemos viajar, a través de la contemplación, de uno a otro estado: del éxito que augura el baile por la euforia de la fiesta, al fracaso manifiesto de nuestra civilización retratado con suma delicadeza y enorme contundencia. Ambas caras, ambos rostros, se nos ofrecen complementarios, inevitablemente ligados los unos a los otros, a pesar de todo. Unas fotografías y otras articulan la esencia de lo humano. Una y otra cara somos nosotros. Una y otra exposición son, al fin y al cabo, dos caras de la misma moneda.

(Isabel Muñoz. ¡Bailemos!, en Centro Niemeyer, Avilés (Asturias). Hasta el 3 de diciembre de 2023)

(Erwin Olaf. Un mundo que desvanece, en Centro Niemeyer, Avilés (Asturias). Hasta el 3 de diciembre de 2023)