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Una revisión de la asamblea o what’s “contemporary” in contemporary art

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Rita McBride, Arena, 1997. Foto: Bartomeu Marí. Cedida por Bartomeu Marí

El 20 de noviembre de 1975, a los 82 años, el dictador Francisco Franco moría agónicamente en el Hospital de la Paz, desatando una ocupación eufórica de las calles por parte de un grupo de mujeres en la proclama de un nuevo tiempo democrático para todas: una necesaria reivindicación de un presente que, mediante gritos, ponía fin a cuatro terribles décadas de silencio. Una acción que, en palabras de Maite Garbayo Maeztu, correspondía a la escenificación estética de la protesta1Maite Garbayo Maeztu, “La escenificación estética de la protesta: cuerpos, alineaciones y transmisiones”, Carta(s) (Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2020), 33..

No todas las asambleas constituyen un espacio seguro. A veces, no hay lugar para todas las opiniones

Recientemente, en algunas ciudades del estado español, se ha presenciado un malestar colectivo en forma de protesta como consecuencia de la desatención política, exigiendo una responsabilidad institucional, un compromiso real y una escucha sincera de las demandas sociales. El pasado 13 de octubre, miles de personas se manifestaron en Madrid contra los inasumibles precios de los alquileres, reivindicando el derecho a una vivienda digna y la regularización de la situación. La marcha, que comenzó en Atocha y concluyó en Callao, resonó con el violento traqueteo de las llaves en mano. Una concatenación de “cascabeles” que, con reminiscencias del siluetazo, reclamaba el quiebre del mutismo político.

Exposición Making Things Public. Atmospheres of Democracy, JKM Karslruhe, 2005. Imagen extraída del catálogo de la exposición

Las ocupaciones en el espacio público implican una acción comunicativa en una escenografía visible: una coreografía de gestos que, según Michael Hardt y Antonio Negri, se articula como una performance o un happening que genera afectos políticos2Michael Hardt, Antonio Negri, “Subjective Figures of the Crisis”, Declaration (Nueva York: Argo Navis), 21.. Estas características –además de la disposición de un cuerpo plural– remiten inevitablemente a la asamblea: la reunión de un grupo de personas para discutir, decidir o actuar conjuntamente sobre un tema concreto. Podríamos hablar de multitud de asambleas: un café con amigas, un consejo de departamento en la universidad, un concilio eclesiástico en el seno de una iglesia, la asamblea del 15-M frente a la Puerta del Sol, la reunión del patronato del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o la misma de Museo Situado en el barrio de Lavapiés.

¿Quién tiene el poder de narrar? ¿Quién puede enunciar la verdad? ¿Cómo se hacen públicas las cuestiones que se debaten en las asambleas?

Sin embargo, no todas las asambleas constituyen un espacio seguro. A veces, no hay lugar para todas las opiniones; otras veces, se desprenden violencias relacionadas con las jerarquías internas y, en algunas ocasiones, se convierten en espacios despersonalizados y líquidos que nos invitan a reflexionar sobre cómo habitar el disenso en las negociaciones colectivas. También nos permite cuestionar si la reunión corresponde a un valor universal de democracia o si implica una idea occidental de representación política que moviliza a las personas de una manera determinada3Bruno Latour, “From Realpolitik to Dingpolitik or How to Make Things Public”, Making Things Public. Atmospheres of Democracy (Cambridge, Londres: The MIT Press), 34.. En todo caso, se trata de un lugar de habla, decisión, representación, demostración y convencimiento. Este texto pretende reflexionar, desde algunos proyectos artísticos, sobre la imagen de la asamblea –con un componente sobre todo político– en el arte contemporáneo: su acción comunicativa, teatralización y su (posible) desactivación.

¿Quién tiene el poder de narrar? ¿Quién puede enunciar la verdad? ¿Cómo se hacen públicas las cuestiones que se debaten en las asambleas? Estas son algunas preguntas que, a modo de precedente, fueron planteadas por los comisarios Barbara Vanderlinden y Hans-Ulrich Obrist en la ciudad de Amberes. En el marco del proyecto Laboratorium (1999), abordaron una problemática que concernía a artistas, políticos y científicos de manera similar. A partir de la interrelación entre el estudio del artista y el laboratorio científico –como espacios igualmente dedicados a la producción e investigación–, se generaron conversaciones entre diversas personalidades sobre el sentido de esos lugares como espacios de encuentro y sobre el consenso público de los resultados discutidos en ellos.

Rita McBride, Arena, 1997. Foto: Bartomeu Marí. Cedida por Bartomeu Marí

Algunos años más tarde, se intentó representar, o al menos potenciar –aunque con críticas y una participación bastante baja–, una “asamblea de asambleas” a través de la exposición documental Making Things Public. Atmospheres of Democracy (2005). Presentada en el ZKM Centro de Arte y Medios Tecnológicos de Karlsruhe, la exposición cuestionaba las formas de gobernanza de los modelos democráticos. En este caso, los comisarios Peter Weibel y Bruno Latour plantearon la hipótesis de una no-identificación, un desajuste y una desconexión entre la ciudadanía y las representaciones políticas debido a las estructuras de poder que median entre la esfera pública y la realidad.

Un claro ejemplo de esta problemática se materializa con el escándalo protagonizado recientemente por Íñigo Errejón, ex-portavoz del partido Sumar, tras lloverle una tormenta de denuncias por agresión sexual. Como consecuencia de estas noticias, podría ocurrir que su partido vea mermada su legitimidad política, especialmente en su papel como portavoz de las luchas feministas. Al carecer de verdad, de coherencia, se anula la capacidad de elocuencia y persuasión de los partidos, aventurándonos a imaginar una nueva conversación pública con nuevos representantes políticos. Siguiendo el argumentario de los comisarios, la exposición incluía la creación de un espacio en disputa, donde diferentes formatos asamblearios podían ser experimentados directamente por el espectador, como si se tratase de una democracia más participativa, en vez de una eminentemente representativa.

Si en la clase de Rembrandt los alumnos se habían dedicado a ser observadores pasivos, en Théâtre des négociations (2015) se habían convertido en los nuevos representantes de las delegaciones nacionales

Poner la conversación en el centro y cuestionar las estructuras de poder son cuestiones que remiten a la obra Arena (1997) de la artista Rita McBride, que formó parte de la exposición Oferta Pública / Public Tender inaugurada en el MACBA. Mediante la creación de una obra modular de cuatro por cuatro metros y jugando con la superposición de nueve gradas ascendentes con una clara influencia romana, la obra ponía en jaque al white cube cuestionando el papel del museo como fórum, ágora o espacio de reunión, invitando al espectador a formar parte del espectáculo. En esta exposición, artistas, poetas, escritores, arquitectos, músicos, comisarios y políticos fueron invitados a la asamblea en diversas activaciones. Se trataba de una simbiosis formada en la intersección entre la arquitectura y la escultura, entre el monumento y la plaza. La obra cuestionaba, en última instancia, las relaciones entre las estructuras, las obras e individuos, desde una aclamada transparencia institucional.

[Un pequeño paréntesis. He empezado el texto con un cadáver y, en este cuestionamiento de la verdad desde la asamblea y su representación en el arte, me gustaría traer a colación otro cadáver].

Rembrandt Harmenszoon van Rijn, Lección de Anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, 1632

Recuerdo que mi profesor de arte barroco, Andreu Villalonga, siempre nos indicaba que la Lección de anatomía del Dr. Tulp (1632) era el cuadro que había convertido a Rembrandt en el mejor artista de su época, no solo por su renovación iconográfica, sino también por la teatralización de la propia escena. La pintura representa una demostración pública de cómo se disecciona el cuerpo de un muerto, en este caso, un supuesto criminal que había sido condenado a morir en la horca. En este ejercicio pedagógico (poco realista puesto que las disecciones empezaban en el estómago y no por el brazo), el doctor no solo demostraba la perfección de la anatomía humana a sus alumnos, sino a cualquier espectador que quisiera presenciar el acto.

Desde los nuevos materialismos, se pretende desde hace ya unos años, redefinir las negociaciones en las conferencias climáticas dando lugar a modelos más ecológicos

Este tipo de lecciones, que tan solo ocurrían una vez al año, en invierno, se convertían en un auténtico espectáculo. Un espectáculo que, además, se realizaba en un teatro anatómico: un espacio circular o semicircular que permitía al público visualizar de manera panorámica todos los detalles de la operación, enfatizando la sensación de verdad. Estos teatros –que aún se conservan los de Padua, Leiden, Copenhague y Amberes– fueron desapareciendo a lo largo del siglo XIX, puesto que fueron sustituidos por los laboratorios científicos. En su arquitectura podemos observar una correlación con la arquitectura de los parlamentos y con Arena de Rita McBride, coincidiendo así en una coreografía de gestos que performatiza un discurso público en un espacio determinado.

Panel de delegaciones utilizadas en Théâtre des négociations, Teatro Nanterre-Amandiers, 2015Foto: Martin Argyroglo. Cedida por raumlabor

Siguiendo esta intención pedagógica y la correspondiente representación política, el citado filósofo Bruno Latour, en este caso junto con la directora de teatro Frédérique Aït-Touati, potenciaron un experimento en el marco de Sciences Po École des Arts Politiques (SPEAP), en el Instituto de Estudios Políticos de París, bastante criticado por su carácter utópico. Doscientos estudiantes universitarios performatizaron aquí la 21 edición de la Conferencia de las Partes, una asamblea en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, cuyo objetivo era debatir políticas globales para abordar el cambio climático. Esta acción tuvo lugar verdaderamente en París, a finales de ese mismo año 2015. Si en la clase de Rembrandt los alumnos se habían dedicado a ser observadores pasivos, en Théâtre des négociations (2015) se habían convertido en los nuevos representantes de las delegaciones nacionales, con la primicia de que también debían actuar como interlocutores de las entidades no-humanas.

Desde los nuevos materialismos, se pretende desde hace ya unos años, redefinir las negociaciones en las conferencias climáticas dando lugar a modelos más ecológicos (y tal vez más democráticos o, todo lo contrario, más ridículos, infantilizados y desactivados políticamente). En este sentido, la escritora Jane Bennett se pregunta: “¿cómo cambiarían las respuestas políticas a los problemas públicos si nos tomáramos en serio la vitalidad de los cuerpos (no-humanos)?”4Jane Bennet, Materia vibrante. Una ecología política (Buenos Aires: Caja Negra Editora, 2022), 10.. Los océanos, los suelos, el humo de las fábricas, los bosques, las especies en peligro de extinción, las empresas o los estados-nación como India, China o Estados Unidos; todos ellos están representados políticamente en Théâtre des négociations. Todos ellos forman parte, ahora, de esta nueva asamblea por el clima. Todo vibra, todo hace ruido, todo pretende romper el silencio…

Maria Oliver, Les marques de la Dana a una façana d’Alfafar, Valencia, 2024. Cedida por Maria Oliver

¿Qué riesgos corremos si seguimos ignorando la fuerza de las cosas? Si las viviendas por las que hemos tomado las calles recientemente pudieran representarse a ellas mismas, ¿sería más efectiva la regulación de los precios de los alquileres? ¿Qué habría pasado si hubiésemos escuchado más atentamente las alertas sobre las condiciones meteorológicas extremas, como la DANA que estaba acechando Valencia? ¿No se manifestó acaso en todos sus sentidos? ¿Qué más necesitamos para obtener una respuesta política rápida, real y efectiva? ¿Cómo podemos dejar de escuchar escándalos por parte de nuestros representantes políticos? ¿Cómo exigir transparencia en nuestras estructuras políticas? ¿Qué más hace falta hoy día para revisar la asamblea política en la contemporaneidad?

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    Maite Garbayo Maeztu, “La escenificación estética de la protesta: cuerpos, alineaciones y transmisiones”, Carta(s) (Madrid: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 2020), 33.
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    Michael Hardt, Antonio Negri, “Subjective Figures of the Crisis”, Declaration (Nueva York: Argo Navis), 21.
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    Bruno Latour, “From Realpolitik to Dingpolitik or How to Make Things Public”, Making Things Public. Atmospheres of Democracy (Cambridge, Londres: The MIT Press), 34.
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    Jane Bennet, Materia vibrante. Una ecología política (Buenos Aires: Caja Negra Editora, 2022), 10.