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Una flor y un cuchillo 

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Pierre Huyghe en el montaje de la exposición La estación de las fiestas/La saison des fêtes. Palacio de Cristal, marzo 2010. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores

En mayo de 2022, la artista de origen argentino Florencia Rojas se instaló durante unas semanas cerca de la ciudad de Essaouira, Marruecos. Durante su estancia, centró su atención en un pequeño cactus que parecía recurrente en el paisaje del litoral que baña la urbe. Aquella planta, una suculenta con llamativas flores moradas, se trataba de la llamada Carpobrotus acinaciformis, mejor conocida como “Flor Cuchillo”. Localmente, por su notable resistencia a los impedimentos medioambientales, y haciendo referencia a la asombrosa capacidad de crecer rápidamente en cualquier lugar, la especie era denominada Kali Galbo, “el que no tiene orgullo”. Las raíces del vegetal, poderosas y profundas, se extendían por la costa del país norteafricano protegiendo las dunas y las playas que, gracias a la Flor Cuchillo, resistían mejor los embates del viento y la erosión. 

La planta se naturalizó en Europa durante el siglo XVII, y desde hace décadas ha formado parte del paisaje nacional poblando y cubriendo los litorales españoles de la misma forma que tapiza hoy las costas marroquíes. Sin embargo, en 2013, la Carpobrotus acinaciformis pasó a engrosar las listas del Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras del Ministerio para la Transición Ecológica. Es este trámite administrativo, aparentemente menor y silencioso, lo que interesó a Florencia Rojas. El Ministerio argumentaba que, debido a “su potencial colonizador, la planta podía “constituir una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas”. A ojos del Gobierno, la Flor Cuchillo presentaba un “carácter invasor agresivo, con clara tendencia a aumentar rápidamente su población si no es controlada”.

Flor Cuchillo o Carpobrotus acinaciformis en flor. Wikipedia Commons

La antropización de la naturaleza, el esfuerzo humano por que todo sea humano, torsiona la realidad hasta el absoluto ridículo

El paralelismo entre el tratamiento institucional que recibió la Flor Cuchillo y el recrudecimiento de los discursos y políticas ante la inmigración en España resulta ineludible. La antropización de la naturaleza, el esfuerzo humano por que todo sea humano, torsiona la realidad hasta el absoluto ridículo generando pequeñas ventanas, diminutos espacios de honestidad, que traducen el discurso. La Flor Cuchillo, procedente del sur global, tiene prohibida la entrada a España. Si consigue pasar la frontera deberá ser controlada, vigilada y, en el peor de los casos, reducida. La única forma que tiene la Flor Cuchillo de sobrevivir en el país es como fuerza de trabajo: la planta se puede quedar en España solo si pone sus raíces al servicio de la arena y de la costa patria, al servicio de la fuente y del motor de la economía nacional. 

El silencioso proceso llevado a cabo en 2013 para convertir a la Carpobrotus acinaciformis en una especie invasora se desvela ahora, a través de la creación artística, como algo devastador y, sin duda, profundamente político. Florencia Rojas presenta esta problemática en su obra titulada Esqueje1Esta obra llevó a Florencia Rojas a profundizar sobre las lógicas de la migración en España y a la investigación detallada del CIE, edificio e institución sobre el que ha realizado varias obras. Agradezco en esta nota a la artista su amabilidad y generosidad a la hora de compartir información sobre su investigación.. Junto a la investigación de la Flor Cuchillo, la artista argentina, al finalizar su estancia en Marruecos y a modo de conclusión, arrancó algunos tallos de la planta, los escondió en su maleta y, al aterrizar en España, sembró de nuevo el cactus migrante. Este gesto simbólico ponía de manifiesto las lógicas de prohibición y clandestinidad del viaje al que habitúan millones de personas entre el sur y el norte global; entre África y Europa; entre Marruecos y España; entre Libia e Italia; entre Beni-Mellal y Utrecht; entre Jalalabad y Roma. 

Pierre Huyghe señalaba a través de su jardín el proceso de colonización que Occidente ha ejercido sobre el resto del planeta a través del calendario y, en especial, a través de la botánica

Boceto de La estación de las fiestas de Pierre Huyghe – Museo Nacional Reina Sofía

Antes del viaje de Florencia Rojas, incluso antes de la conversión en planta ilegal de la Flor Cuchillo, Pierre Huyghe sembró en el corazón de Madrid un peculiar jardín que resuena tímidamente con el drama del cactus africano. En 2010, el artista francés situó en el centro del Palacio de Cristal del Retiro en Madrid un parterre circular decorado con diferentes especies de plantas originarias de todo el mundo. Rosas, violetas, crisantemos, palmeras, ciruelos, jazmines o bambúes se distribuían ordenadamente por el extraño huerto. Cada una de las especies hacía referencia a una festividad del calendario occidental, sustituyendo los meses por las fechas señaladas de cada estación. De esta forma, Pierre Huyghe daba lugar a un gran jardín de celebraciones, un almanaque vegetal donde los días habían sido sustituidos por la traducción orgánica del sistema económico. En este espacio imaginativo no existía diciembre u octubre, sino Navidad o Halloween, abetos o calabazas. En La estación de las fiestas —título de la instalación— el artista francés había convertido en tallos leñosos, estambres y sustrato las lógicas perversas del sistema que ha convertido la vida en una celebración constante del capital. 

Pierre Huyghe, La estación de las fiestas/La saison des fêtes. Palacio de Cristal, marzo 2010. Foto: Joaquín Cortés/Román Lores
Interior del Palacio de Cristal en 1887 — Dibujo tomado del natural por J. Comba en la Ilustración Española y Americana del 8 de julio de 1887

Pierre Huyghe señalaba a través de su jardín el proceso de colonización que Occidente ha ejercido sobre el resto del planeta a través del calendario y, en especial, a través de la botánica. Un jardín, además de ser tierra, semillas, insectos, plantas y agua, es siempre, y sobre todo, la organización de un pensamiento. Es por el declarado compromiso que el artista francés presenta en esta pieza con la práctica decolonial por lo que resulta aún más sorprendente la frase que eligió el Ministerio de Cultura para describir la obra: “Pierre Huyghe ha ideado para la primavera de 2010 un proyecto específico para este Palacio, con el que, por primera vez, entrarán en este espacio flores, plantas y árboles en floración”. Convenientemente, en aquella oración desaparecía el origen de la bella arquitectura que hospedaba y, en gran medida, motivaba la instalación. La conocida historia del Palacio de Cristal, edificado en 1887 con la finalidad de albergar plantas y flores exóticas durante la Exposición General de las Islas Filipinas, se desdibujaba entre aquellas palabras desmemoriadas. Bajo el techo transparente de aquel lugar, las plantas no autóctonas, colonizadas y migrantes, habían sido presentadas desde la oposición a un “nosotros” sólido, cohesionado e hiperbólico. Desde la otredad absoluta que permiten los brillos de un invernadero o las paredes de un museo, el relato colonial se convertía entonces en realidad. Fue esta misma lógica de antónimos, la violencia expositiva y la instrumentalización soterrada de la vegetación al servicio del status quo lo que motivó la obra de Pierre Huyghe, al igual que fue el impulsor de la reflexión de Florencia Rojas sobre la Flor Cuchillo. 

Apelando a los trucos de visibilidad y ocultación del sistema, encuentro en el arte un lugar donde la niebla, que nunca desaparece, se hace un poco más fina

Sin embargo, a pesar de lo que pueda parecer, no es la relación entre migración, colonialidad, naturaleza y sus ecos en el arte contemporáneo lo único que interesa a este artículo. La cantidad, variedad y calidad de las artistas interesadas en esta zona de contacto convierten en inasumible cualquier ambición genealógica que pudieran tener estos párrafos. Las obras de Ursula Biemann, de Paulo Tavares, de World of Matter, de Jonathas de Andrade, de José Luis Viñas, de Marcela Armas, de Bárbara Fluxá… desbordan ampliamente cualquier límite del texto. 

Este artículo, además de comentar esta potente y popular imbricación, también pretende señalar la capacidad de la creación artística para desvelar las lógicas de poder ocultas bajo aquello que ha sido camuflado y maquillado a través de lo natural. ¿Qué tiene que ver el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras con la realidad de la población migrante en este país? De nuevo, apelando a los trucos de visibilidad y ocultación del sistema, encuentro en el arte un lugar donde la niebla, que nunca desaparece, se hace un poco más fina. Aquello que ha sido presentado como objetivo y que por su naturalización parece transparente y carente de dobleces, se quiebra rápidamente bajo la investigación y la práctica artísticas. Lejos de querer definir el arte como una herramienta capaz de dotar al interesado de una visión penetrante y cristalina, esta suerte de conclusión dirige su atención hacia una intuición menos uniforme, llena de charcos, piedras y baches con los que tropezar. Esta coda es, a grandes rasgos, un elogio a la anécdota y a la metáfora, que se presentan ante mí como la forma indicada de decir. A mis ojos, y cogiendo prestadas las certeras palabras de Andrea Soto Calderón, ambas me resultan poderosas “porque pueden activar fuerzas desde condiciones representacionales oscilantes, pero también porque activan un ver a través de. Seguir una metáfora es adentrarse en una suerte de útero infinito, un complejo movimiento tejido de imágenes, palabras, sonidos, impulsos, juegos de sustituciones y transformaciones”2Reflexión extraída del libro Imaginación Material de Andrea Soto Calderón editado por Metales Pesados.. Las obras comentadas se sitúan en ese intersticio. Florencia Rojas no solo presenta la Flor Cuchillo con intención de resignificar su naturaleza, sino que, desde la anécdota y la metáfora, desde el proceso, el archivo y la obra, la artista argentina interrumpe un “sentido común y al mismo tiempo abre una pregunta sobre cómo se forma lo común”3Reflexión extraída del libro Imaginación Material de Andrea Soto Calderón editado por Metales Pesados.. El jardín festivo de Pierre Huyghe y el recordatorio de la mancha colonial del Palacio de Cristal desvelan el origen del relato compartido, señalan sus dolores crónicos y nos invitan a imaginar otra forma de construir sentido.  

Despido mi último texto en Brotes Verdes atravesado por lo vegetal, la migración, la metáfora y la visión, recordando la obra de Ana María Gómez López titulada Inocular, en la que la artista colombiana germina una begonia en su lagrimal. Llorando y mirando como ella, recuerdo ahora el axioma de Galeano “en la periferia del mundo el sistema revela su verdadero rostro”. Recuerdo también las palabras de Roger Caillois cuando escribe que, “quien al hablar de flores, dejara de lado tanto la botánica como el arte de los jardines y de los ramos tendría aún mucho que decir.” 

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    Esta obra llevó a Florencia Rojas a profundizar sobre las lógicas de la migración en España y a la investigación detallada del CIE, edificio e institución sobre el que ha realizado varias obras. Agradezco en esta nota a la artista su amabilidad y generosidad a la hora de compartir información sobre su investigación.
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    Reflexión extraída del libro Imaginación Material de Andrea Soto Calderón editado por Metales Pesados.
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    Reflexión extraída del libro Imaginación Material de Andrea Soto Calderón editado por Metales Pesados.