Entrevista con Jazmín Beirak, Directora General de Derechos Culturales
En su despacho del Ministerio de Cultura, Jazmín Beirak tiene una postal de Joseph Beuys, creador alemán que afirmó que todo el mundo es un artista. Beirak, licenciada en historia del arte y con formación actoral en Cristina Rota, ya reflexionaba en su ensayo Cultura ingobernable (Ariel, 2022) acerca de cómo expandir y confundir los roles de quién produce y quién recibe la cultura. Hija de exiliados argentinos, anteriormente había trabajado en los museos de la Biblioteca Nacional y participado de la autogestión de centros sociales okupados en Madrid. Tras ser responsable de Cultura de Más Madrid en la Asamblea de la Comunidad, desde la Dirección General de Derechos Culturales está preparando la creación de un Plan de Derechos Culturales que se plantea como un proyecto pionero. Charlamos con ella sobre estas cuestiones.
Julia Ramírez-Blanco: En tu libro Cultura ingobernable planteas diferentes formas de entender la cultura. ¿Qué definición o definiciones operativas manejáis desde la Dirección de Derechos Culturales?
Jazmín Beirak: En el Ministerio hay una apuesta por una definición de cultura que esté lo menos determinada posible. Quizás no hacen falta unos conceptos predefinidos que abarquen todas las realidades, sino una idea de caso por caso que se va construyendo. Trabajamos con la idea de que desde una institución pública no se puede predeterminar lo que es la cultura, sino que la cultura es algo que se hace en las sociedades. Es una práctica social que se sitúa en ese terreno entre una dimensión antropológica y unos lenguajes específicos relacionados con lo simbólico, con lo estético, con lo emocional.
En los últimos cinco años el discurso sobre derechos culturales ha proliferado muchísimo: es una especie de espíritu de los tiempos
J. R-B.: ¿En tu visión de la cultura y las políticas culturales, qué experiencias te han marcado? ¿Te ha influido, por ejemplo, el haber participado de la autogestión en centros sociales?
J. B.: Bueno, yo creo que por un lado, a nivel personal me ha influido mi propio contexto familiar, que me dio curiosidad y capital cultural: mi madre era pintora y escultora, y mi padre, arquitecto. Creo que también fue muy decisivo cuando estuve estudiando en Francia lo desarrollados que estaban los estudios sobre política cultural allí. Y luego la vivencia de los centros sociales okupados, fue cuando era más jovencita: yo siempre digo que es como mi educación sentimental política.…
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