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Lluís Alexandre Casanovas Blanco: “La intensidad de nuestra generación se nos ha vuelto en contra”

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Real Estate Boom House, Cardedeu, 2018. Foto: José Hevia

 

Hablamos con Lluís Alexandre Casanovas Blanco sobre su concepción de la arquitectura más allá de un sentido dogmático y hegemónico. Su práctica abre imaginarios casi oníricos donde pensar problemáticas socio-políticas contemporáneas desde la imaginación y la crítica. Lo estético opera en el medio como un recurso que interpela a los agentes que interactúan con sus proyectos. En este ejercicio, Lluís mira al pasado como potencia y al futuro como posibilidad reivindicando la disciplina arquitectónica en un sentido transversal. Al terminar de cursar sus estudios de arquitecto en Barcelona, se muda a Nueva York, donde actualmente está finalizando el manuscrito de su tesis doctoral en la Universidad de Princeton. Su obra construida ha recibido diferentes distinciones como el Simon Architecture Prize 2018, el Bauwelt Prize 2019 y el premio FAD 2017; y desde el mundo de la curaduría ha sido comisario general de la Trienal de Arquitectura de Oslo de 2016 junto con la After Belonging Agency. Más recientemente, ha formado parte del equipo curatorial de Auto Sacramental Invisible en el Museo Reina Sofía, Madrid. Con esta entrevista cerramos un ciclo de pensamiento sobre paradigmas contemporáneos sobre los que pensar la arquitectura  en un marco expandido.

Simon Architecture Prize 2018, el Bauwelt Prize 2019 y el premio FAD 2017

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Hablamos con Lluís Alexandre Casanovas Blanco sobre su concepción de la arquitectura más allá de un sentido dogmático y hegemónico

Foto: Pol Rebaque

Marina Avia: A lo largo de tu trayectoria, has habitado espacios híbridos que navegan entre problemáticas socio-políticas e incisiones estéticas o espaciales. ¿Cómo entiendes tu rol como arquitecto-investigador en este momento?

Lluís Alexandre: En los últimos años se ha tendido a escapar de una etiqueta de arquitecto o arquitecta que entendía la disciplina de un modo tradicional y monolítico. Actualmente, hay muchos profesionales formados como arquitectos que trabajan en una intersección de disciplinas, como pueden ser la performance, el arte, o la curaduría. Me llama la atención que toda esta gente que intenta expandir lo que significa la práctica arquitectónica a día de hoy termine por no identificarse como arquitecto, buscando otros tipos de paraguas disciplinares desde donde construirse y entenderse ¿Por qué gente que se forma durante seis años (o más) en una escuela de arquitectura prefiere autodefinirse profesionalmente desde cualquier otro ámbito que el de la arquitectura? Desde mi punto de vista, esta postura —a priori disidente— contribuye a consolidar la idea monolítica del arquitecto que tanto incomoda a los que, habiéndose formado como tal, se desmarcan de ella.…

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