Aunque la Historia y sus fines no se han acabado, como predijo Fukuyama a principios de los noventa, en estas dos últimas décadas se ha acentuado su conversión en otro producto más. Lejana y arbitraria, esa hache en mayúscula ha dado paso a otras muchas historias que se contradicen, mienten o tergiversan dependiendo del poder o ideología dominante, además del relato que interese imponer.
A partir de estas intenciones veladas, la práctica artística de Alán Carrasco desvela los antagonismos, las ficciones y la supuesta objetividad de las narraciones históricas. Editor de la revista de historia y crítica de las artes Situaciones y estudiante de doctorado, también ha recibido el premio ArtNou 2019 por la exposición A Soviet militiaman eats a McDonald’s hamburger in Moscow, presentada en ADN Galería, con la que trabaja desde entonces. A distancia, desde su estudio en la Real Academia de España en Roma, hablamos con él sobre el papel de las instituciones públicas, las dinámicas académicas, la precarización del sector o los ritmos del tardocapitalismo.
Héctor Tarancón: Con un pie en la investigación, la instalación, el dibujo, la reproducción o la intervención, ¿cómo definirías tu práctica artística?
Alán Carrasco: Creo que no me interesa demasiado elaborar una definición desde el punto de vista de la formalización o de la técnica que empleo. En cada proyecto que desarrollo estas varían y se adaptan al contenido, obviamente con las limitaciones técnicas y metodológicas —y presupuestarias, por qué no decirlo—, pero siempre intentando encontrar la máxima coherencia entre materialidad, formalización y concepto. Creo que mi trabajo encajaría, en todo caso, en una particular manera anti-ortodoxa de aproximación desde el arte a las narrativas de la Historia y del poder, dos de las temáticas que atraviesan toda mi producción.
HT: Tus obras son el resultado de una labor de investigación exhaustiva, ¿qué estrategia o proceso planteas a la hora de elaborar cada proyecto?
AC: Depende mucho de cada tema, del contexto y de las posibilidades. No siempre construyo los proyectos en la misma dirección: algunos funcionan en una suerte de construcción hacia adelante y otros, al revés. Por ejemplo, cuando sabes a dónde quieres llegar, normalmente la búsqueda del material, de qué archivos y fuentes necesitas, viene dado por cierta inercia lógica: empezar por el principio e ir avanzando hacia ese final que ya conoces. Pero en el caso de los proyectos artísticos —donde podemos permitirnos las licencias que un historiador no debería—, podemos plantear otros itinerarios: ciertas derivas, utilizar la intuición y la anécdota, la sugerencia… y en ese camino, a veces, terminas construyendo otro relato.…
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