“Los grandes artistas deben aspirar a cambiar el mundo”. En esta frase Antoni Tàpies resume su concepto de arte y de la vida misma. Una vida dedicada al arte, y que ha hecho del culto a su propia imagen de artista otro arte, tal vez menor. Porque detrás del Tàpies conocido por todos, con una de las obras artísticas más fuertes de los últimos tiempos, está otro Tàpies intuido por muchos, supuesto por algunos, pero realmente desconocido para todos. Tàpies está escondido detrás de su obra, detrás de su propio físico que parece emanar la huella de una continua introspección. Frente a la supuesta imagen de dureza, de hombre que ha triunfado, está un hombre siempre tenso, abrumado por la responsabilidad cotidiana de seguir siendo Tàpies.
Por una parte su insaciable afán de superación y perfeccionamiento, por otra la responsabilidad de saberse el penúltimo de los catalanes ilustres (porque no se puede entender a Tàpies sin el concepto de catalanidad). Con él se completa la Trinidad del arte catalán de este siglo: Picasso, Miró y Tàpies. Dalí sería el “ángel caído”, expulsado del paraíso por su escandalosa conducta. El exilio interior de Tàpies no es frente a una ideología o una situación social determinada, sino frente a sí mismo. En su casa de Barcelona no hay ventanas, como en su vida. El vive hacia adentro, la luz le llega siempre por patios interiores. Su miedo a la enfermedad, al fracaso, al dolor, le hace estar siempre inseguro, lo que da como fruto su obra. El principio básico oriental de la dualidad, del bien y del mal, de lo femenino y de lo masculino, del ying y del yang, define su obra y su vida. Exterior-interior, su casa sin ventanas; él y su mujer, Antoni y Teresa la eterna T en sus pinturas (¿de Tàpies, de Teresa, hay alguna diferencia entre uno y otra?); su intimidad celosamente guardada y su imagen exterior, cuidada por él mismo con exquisito mimo; la enfermedad y la salud, el dolor y el placer, el bien y el mal, la obra de arte. Un proceso tortuoso para llegar al mismo punto de partida.
Tàpies está escondido detrás de su obra, detrás de su propio físico que parece emanar la huella de una continua introspección
Tàpies es un hombre de valores seguros, con referencias fuertemente ancladas en el suelo, en su tierra: Cataluña, El Montseny. Una familia fuerte, de la que escribe y habla orgulloso; una, sólo una, mujer en su vida; tres hijos, dos de ellos médicos (Tàpies está obsesionado por la enfermedad y el dolor) y el tercero, “el más cercano a mí”, trabajando en la Fundación Tàpies; una galería tan fuerte como su familia, “sólo tengo un cliente, mi galería”; una fama segura, una obra importante.…
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