anterior

Daniel Canogar: “El ser humano necesita tener y sentir un espacio de privacidad profundo al que nadie ni nada pueda llegar”

siguiente
algoritmo

Daniel Canogar ©Alberto Feijóo

La práctica artística de Daniel Canogar (Madrid, 1964) analiza el impacto de las nuevas tecnologías en nuestra vida y la facilidad con la que se han ido uniendo a nosotros hasta mantener con ellas una relación contradictoria. Para ello, sus obras se posicionan en las grietas, en los espacios clave que surgen entre varios conflictos: el paso de lo analógico a lo digital, la conservación de la memoria ante el bombardeo constante de noticias o la digitalización masiva de nuestros datos y el legado que dejaremos. Como resultado, al observar sus instalaciones, vídeos o algoritmos es posible entender que, en unos pocos años, el mundo tecnológico ha adquirido vida propia y es necesario articular estrategias para protegernos. Tras varios correos electrónicos acordamos una videoconferencia —de nuevo, la tecnología como ente facilitador pero virtual— en la que repasamos algunos de los conceptos que vertebran su trayectoria y las consecuencias drásticas que muestran sus planteamientos.

Héctor Tarancón: Una de las líneas que destaca en tu trabajo artístico es la memoria, en la serie Small Data (2014-2016), por ejemplo, realizaste una labor arqueológica recuperando algunas tecnologías del pasado. ¿Cómo fue el proceso de darles ese tratamiento frágil e íntimo? ¿Qué era más relevante, la memoria colectiva o la individual, la del objeto o la del consumidor?

Daniel Canogar: La memoria es un tema que vertebra todo mi trabajo. Me ha obsesionado y me sigue obsesionando la erosión o el deterioro progresivo de mi memoria, de una persona que tenía una memoria excelente a hoy en día, que tengo una memoria que no me puedo quedar con nada. Es parte del proceso normal de madurez y envejecimiento del cerebro, pero creo que también está muy relacionado con el bombardeo de información al que ha sido sometido y ametrallado a lo largo de varias décadas mi pobre cerebro. Perder la memoria es perder la identidad y perder nuestra identidad creo que es algo que a todos nos preocupa y nos angustia.

Entonces me interesan todos estos objetos encontrados o descartados, estos residuos u objetos obsoletos —porque en general el residuo que más me ha interesado es el tecnológico— que de alguna forma han contenido, o encapsulado, muchas de nuestras memorias en los discos duros de los ordenadores o en los móviles que se quedan viejos. Yo me identifico mucho con ellos, son mis memorias personales, pero también son casi como un recuerdo de mi propia obsolescencia como artista, como hombre y como ser humano.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete