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«Concibo la tradición como un espacio de trabajo». Entrevista a Javiera de la Fuente

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Javiera de la Fuente, Envioletá, Festival Flamenco de Nimes enero 2023. Fotografía: Sandy Korzekw

Durante algo más de una hora, dialogo con la bailaora Javiera de la Fuente (1988, Santiago de Chile) sobre esa forma única que tiene de mezclar géneros y desafiar fronteras a través de la performance y el baile. En varios de sus últimos proyectos, Javiera ha reencarnado el arrojo y la valentía de personajes de la talla de Violeta Parra o Fernanda Romero, a través de los cuales explora y expande los límites del mundo flamenco. ¿Hasta dónde se pueden tensar esos límites? ¿Se puede bailar flamenco en vertical?

Marina Avia: Javiera de la Fuente. Licenciada en historia, bailaora chilena radicada en Sevilla, desarrollas una práctica artística que, sin embargo, desborda los límites del flamenco. Pareciera que en tu práctica dialoguen de forma armónica, pero sin escapar a lo conflictual, géneros, geografías, discursos y disciplinas. ¿Cuáles dirías que son los arraigos que te permiten salir victoriosa de estas arenas movedizas?

Javiera de la Fuente: Como diría mi maestra Belén Maya, siempre hay que volver al cuerpo. Cuando siento que la deriva de mi trabajo se torna más dispersa o se aleja de lo coherente, intento «pasar» estas experiencias por el cuerpo, traerlas a mi cotidianeidad que es donde tengo más capacidad de escucha y donde se producen finalmente las certezas. Éste es mi principal arraigo; no es sólo experimentar porque sí -que también-, no es sólo repetir una técnica o expresar unos movimientos -que también-, sino es ese «más allá». Es algo que tiene que ver con lo biográfico, con una memoria donde el cuerpo actúa como archivo y reconoce historias que generan reacciones. Estas conexiones entre memoria y presencia son los arraigos que me permiten pisar firme y avanzar.

Esto tiene mucho que ver con algo que intento defender a través de mi práctica y que valoro cuando veo un cuerpo expresarse, que es la honestidad en el movimiento, los cuerpos que reconocen sus arraigos. Como me decía Idoia Zabaleta durante mi paso por Azala, el cuerpo no se puede vaciar, el cuerpo es imagen y la imagen es representación. Yo trato de reconciliarme con esto y de entender el cuerpo como el territorio en sí mismo. Por otra parte, me interesa el cuerpo en relación con un contexto, con lo colectivo. En este sentido, me parecen una buena metáfora las payas, una forma de poesía popular que procede del repentismo español, y que consiste en enfrentarse en forma de duelo e improvisar versos.

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