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Ventanas en fotografías

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Michael Snow. Powers of Two, 2003. Courtesy of the artist.

El mito del cristal es la motilidad: la vida secreta del cristal es su flujo continuo entre transparencia y distorsión. La lluvia, el hielo, los depósitos de grasa y la lluvia ácida alimentan estos rumores, dando relieve a su efecto pictórico. Una ventana bien utilizada proporciona todo lo necesario desde el punto de vista de la ilusión fotográfica: el frágil vínculo entre realidad externa e interioridad, la tensión del marco, la activación de una superficie de respuesta, el halago a la visión, el desprecio a los otros sentidos. No hace falta presionar el disparador, aunque cuando algunos artistas lo hacen, el efecto puede ser deslumbrante.

Las ventanas proporcionan luz natural a un entorno fotográfico. Antes de que la tecnología digital permitiera que hubiera luz donde no había ninguna, antes de que se creara esta realidad persuasiva, los fotógrafos aprendían los trucos de la exposición, el revelado y la impresión para arrojar luz en las esquinas de una habitación, para crear el efecto de lo que sus ojos habían visto. Sin embargo, la ventana funciona de una manera mucho más amplia, hasta culturalmente, con un poder más que el de su capacidad de iluminación. La ventana es un símbolo que ha migrado, llegando a la fotografía desde sistemas pictóricos más antiguos, arrastrando muchos significados: “ideas de penetración, de posibilidad y de distancia”, dice J.E. Cirlot, añadiendo, rápidamente, que la forma cuadrada hace que los mensajes sean “racionales y terrestres” así como “simbólicos de la consciencia”.1J. E. Cirlot, A Dictionary of Symbols (Jack Sage, trad.), Routledge & Kegan Paul, Londres y Henley, 1985, p. 373.

Todo ello se aprecia en la visión de una mujer leyendo una carta en la ventana, una imagen que surge de Vermeer y Stieglitz, así como de veintenas de fotógrafos aficionados: la luz es la que revela la forma y el pensamiento. Se han hecho referencias a la ventana albertiana hasta alcanzar el estatus de fotografía trazando su pedigrí pictórico desde el Renacimiento. Pero éste es el camino más fácil, que nos recuerda el “fino velo (velum) de tejido semi-transparente… que traducía, al igual que el famoso marco con cuadrícula de Durero, en el siglo siguiente, tres dimensiones en dos”.2Joseph Mashek, “Alberti’s ’Window’: Art-Historiographic Notes on an Antimodernist Misprision”, en Art Journal, primavera 1991, p.

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