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Una sonrisa cínica

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ironía

Peter Fischli / David Weiss. Fashion Show from Wurstserie 1979 Courtesy Matthew Marks Gallery, New York

Según Jankélevitch, el momento más serio -ni trágico ni triste, sólo serio- del día, es seguramente “por la mañana en ayunas”, acotación que Erik Satie colocó al principio de sus Sports et divertissements (1914). Nuestro tiempo no puede ser más distinto. Más bien, podríamos referirnos a él como “por la tarde y saciados”. Si encontramos aceptable esta caracterización del momento histórico que viven las sociedades opulentas regidas por el capitalismo cultural, estaremos entonces en una época ciertamente cómica.

En torno al año de edad, un bebé se ríe (no grita ni llora, se ríe) del comportamiento inadecuado de un adulto -si éste se lleva el biberón a la boca, se pone a gatear o hace muecas. Constatamos así que se ha producido un importante avance en su desarrollo cognitivo: ya es capaz de determinar qué es la realidad y qué leyes la ordenan. Y según ellas, lo que está viendo resulta incongruente. La esencia de lo cómico reside en la incongruencia. La estructura de un chiste es siempre la solución inesperada de un conflicto que enfrentaba dos lógicas incompatibles. La creación de un marco coherente en que esas dos lógicas pueden convivir es el humor. El humor es una constante antropológica, pero también es históricamente relativo -cada época y cada lugar tienen su propio humor. Lo cómico es el correlato objetivo del humor, y el humor, a su vez, la capacidad subjetiva de aquél. Desde sus expresiones más simples a las más complejas, ya lo dije, lo cómico se experimenta como una incongruencia. Esta genera una tensión cuyo alivio nos produce placer. En el plano fisiológico, al relajar la tensión acumulada se desencadena la risa. Según Kant: “La risa es un afecto debido a la transformación repentina de una tensa espera en nada”.

Illustration
Karen Knorr. Bouvard and Pécuchet Sanctuary series, 2001 C-Type Print 92,5 x 92,5 cm framed Courtesy of the artist and Interim Art, London

¿Por qué nos hacen reír los batacazos, los resbalones, la señora que retrocede para hacer una foto y cae al agua delante de toda su familia? Por la misma percepción de lo incongruente que experimentaba el niño chico. Y por haber llegado hasta aquí, lector, ahí tienes un chiste. En un velatorio, un familiar comenta a un visitante: “Era tan bueno… cuando se caía alguien por la calle, corría inmediatamente a socorrerlo”. El otro responde que no le parece tan extraordinario. Y el familiar sentencia: “No, claro.…

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