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Un cuerpo que no está allí

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Zoe Leonard. Wax Anatomical Model, full view from above, 1990. Courtesy of the artist and Galerie Gisela Capitain, Cologne.

Cuando hablamos del ‘cuerpo’ en el contexto de las artes visuales o de las artes vivas, establecemos cierta distancia que nos separa y protege de aquello a lo que aparentemente nos referimos. De alguna manera, nos retiramos de la propia enunciación del tema: hacemos como que aquello no tiene nada que ver con nosotros. Decimos ‘el cuerpo’ y, en realidad, nos estamos ocupando del cuerpo ‘de los otros’, de aquel ‘cuerpo’ que no es el nuestro.

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Zoe Leonard. Seated Anatomical Model in Box, 1991/92. Courtesy of the artist and Galerie Gisela Capitain, Cologne.
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Hans Bellmer. La Poupée (maquette pour Les jeaux de la Poupée), 1938.

Evidentemente, esa operación no es inocente: podemos renunciar a nuestro propio cuerpo y convertirnos en punto de vista invisible, porque seguimos acercándonos al mundo a través del sistema de control visual puesto a punto a través de la perspectiva lineal. Gracias a que somos capaces de concebir el mundo como una realidad exterior, como un afuera ajeno a nosotros, podemos hacer como si el cuerpo, en tanto fenómeno que pertenece al mundo, fuera una suerte de bulto estable que espera a ser objeto de nuestra atención. Como todos sabemos, dentro de este sistema claramente teatral que se organiza en opuestos (los que ven frente a los que son vistos, yo frente a los otros, sujeto frente a objeto, etc.) el punto de fuga juega un papel fundamental; no sólo sirve para imaginar que controlamos visualmente la totalidad del espacio y para hacer que las líneas paralelas se junten idealmente en el infinito, sino que, como ha señalado Peggy Phelan, sobre todo, “permite que se construya la profundidad, permite la invención de una interioridad física y una subjetividad psíquica” (Mourning Sex, 1997: 27). Colocado en el punto de fuga, el cuerpo aparece como un sólido a la espera de ser abierto y desentrañado, a la espera de que su interior sea desvelado. Al igual que el espacio proyectado despliega ante nuestros ojos la posibilidad de una profundidad, el cuerpo dentro de esa estructura de representación promete una interioridad en la que, eventualmente, sería posible penetrar. Simplemente hay que atreverse a cortar la piel y mirar. Posiblemente no es casualidad que al tiempo que se desarrolla y extiende el sistema de la perspectiva, la Anatomía sufra un profundo cambio que hace que se aleje del saber transmitido desde la antigüedad clásica principalmente a través de los saberes atribuidos a Galeno.…

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