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Turismo por la teoría turística

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Rogelio López Cuenca. Canto VI (fotograma), 2005. Cortesía del artista

Podría comenzarse con Debord: “Al ser un subproducto de la circulación de mercancías, la circulación humana considerada como consumo, el turismo, remite fundamentalmente al ocio que consiste en visitar aquello que se ha vuelto banal” (La sociedad del espectáculo). O con Adorno: “La experiencia inmediata de la naturaleza, privada de su punta crítica y subsumida a la relación de intercambio (se emplea para esto la expresión industria turística), se ha vuelto neutral y apologética” (Teoría estética). Por cierto que, como él mismo cuenta en sus memorias (Panegírico), las ciudades favoritas de Debord fueron Sevilla y Florencia, objetos de deseo preferentes del turismo de masas. Por cierto también que Adorno falleció durante unas vacaciones en los Alpes suizos, otro clásico de la industria del viaje. Claro que también cabría empezar con John Brinckerhoff Jackson: “Hay turistas odiosos, del mismo modo que hay niños molestos, pero hay también un fuerte componente de esnobismo, me parece, en nuestra crítica a los grupos de turistas, la condescendencia de aquellos que pertenecen a un lugar—que están en casa— hacia quienes son extranjeros sin un estatus reconocible” (La necesidad de ruinas y otros ensayos). O, bien, con James Clifford: “Un guía del lugar [Palenque] me cuenta que cada vez que una telenovela presenta un personaje arqueólogo, esperan una afluencia de grupos turísticos mexicanos. Ahora acaba de terminar una titulada ‘Más allá de la muerte’. Puede haber algo en lo que él dice, pero sus aires de entendido despiertan mi desconfianza. Otra vez el turista como estúpido” (Itinerarios transculturales). Turista, turística, turismo. El último término de esta familia léxica bascula en el núcleo de lo que quiero plantear aquí, pues el turismo, fenómeno multidimensional, tanto abarca al turista como a la industria turística, que, no por converger, son realidades equivalentes.

Vivimos en un mundo turístico y en un mundo de imágenes, ambos manifiestamente reales, ubicuos y omnipresentes; tanto, que la ‘realidad’ se está convirtiendo en ese país extraño al que sólo vamos de vacaciones

Fernando Estévez González

Una conquista de los sindicatos y los partidos socialistas de Europa occidental, las vacaciones pagadas, impulsó el que hoy es un estandarte del capitalismo tardío. En su fase masiva, convertido en la primera industria mundial, el negocio turístico democratiza el viaje pero cosifica la vivencia, marca coordenadas al deseo pero nunca logra capturarlo en su integridad, vende recuerdos pero propaga la amnesia, fabrica cantidades descomunales de nostalgia y, sin embargo, no domina del todo la memoria disruptiva.…

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