Turismología: ir y no quedarse
En el breve ensayo sobre la mitología de la Torre Eiffel que publica en 1964, Roland Barthes afirma: “La democratización del turismo, esta mezcla moderna de distracción y viaje, es sin duda uno de los hechos más importantes de nuestra historia contemporánea”. Por entonces el capitalismo se encuentra inmerso en un nuevo ciclo de crecimiento caracterizado por el proceso de estetización generalizada, que convierte a objetos y servicios en signos complacientes para seducir a consumidores potenciales, y por el creciente peso comercial de la industria de la experiencia, en la actualidad próxima ya a rebasar a la producción de bienes misma. Los espectáculos musicales masivos, los acontecimientos deportivos, el cine, la radio, la televisión y, más recientemente, Internet, son instrumentos decisivos de esta nueva fase de expansión del capital. Y, como supo captar el gran semiólogo francés —que abominaba del turismo de masas—, la democratización del turismo es, efectivamente, una de sus manifestaciones más poderosas.
Extinción de todo vestigio de naturaleza intacta, pérdida del sentido histórico, hegemonía de la imagen en la articulación de lo social, conquista total del tiempo de ocio por las relaciones de producción capitalista. El turismo, que nació en los márgenes de la actividad económica, se ha convertido en uno de los fenómenos que mejor resume la lógica cultural del capitalismo tardío, la imbricación de la economía con los sistemas simbólicos de información y persuasión a un punto tal que la noción de una producción ajena a la cultura ha perdido sentido. Abordarlo exclusivamente con análisis economicistas constituye entonces un reduccionismo aberrante y limitarse a condenarlo con juicios morales, como persiste en hacer buena parte de la Teoría Crítica, es un gesto estéril; “un lujo empobrecido”, como diría Fredric Jameson (Teoría de la posmodernidad, 1996), que una perspectiva histórica no se puede permitir.
En tanto que prospectiva de lo sensible, la reflexión artística tiene pues en el turismo un dominio idóneo para analizar la mutación de la subjetividad que comporta este nuevo estadio del capital. Y, sin embargo, el arte se ocupa poco aún de este fenómeno que mueve anualmente a millones de personas arrastradas por fantasías de evasión.…
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