post_type:texto_central
Array ( [0] => 97751 [1] => 97752 [2] => 97753 [3] => 97754 [4] => 97755 [5] => 97756 [6] => 97757 [7] => 97758 [8] => 97759 [9] => 97760 [10] => 97761 ) 1
size_articulos_ids: 11
Current ID: 97753
Current pos: 2
Articulo anterior: Un objeto que es una cosa que es una obra
Articulo siguiente: Arte no-correlacional, una cuestión de mediación
prevID: 97752
nextID: 97754
anterior

¿Qué es esa cosa llamada realismo especulativo?

siguiente
Jose Dávila. Untitled (Allure), 2014. Foto: Enrique Macías Martínez. Cortesía del artista

Uno de los rasgos característicos de una buena parte de la reflexión filosófica producida entre finales del siglo XX e inicios del XXI es una profunda desconfianza e incluso rechazo respecto al relativismo epistemológico popularizado principalmente por los así denominados filósofos de la posmodernidad. Es de sobra conocida la mala reputación que pesa sobre la posmodernidad, comenzando por el hecho de que el término, debido a su carácter polisémico, se ha convertido en la actualidad en sinónimo de falta de seriedad y rigor metodológico, cuando no de irracionalismo y hasta de charlatanería y deshonestidad intelectual. Sin embargo, pese a la dificultad, en apariencia insuperable, de fijar su sentido de forma precisa y elocuente, resulta posible, como ha señalado Mario Teodoro Ramírez, identificar algunos elementos significativos que conforman un cierto espíritu del tiempo o bien, un estilo socio-cultural reconocible.

Ahora bien, lo que este renovado interés por la cuestión realista implica es, sobre todo, una discusión y a la vez un desacuerdo con los postulados básicos del construccionismo social, la deconstrucción y los enfoques discursivos que, aunque cada uno con sus variantes particulares, coinciden en sostener la imposibilidad del acceso a la realidad en sí, es decir, a la realidad tal y como ésta es independientemente de cómo aparece ante la conciencia. Por ejemplo, en el caso de los partidarios del constructivismo social, en donde sobresale la figura del sociólogo alemán Niklas Luhman, encontramos la popular tesis de que la sociedad es una construcción, razón por la cual resulta imposible conocer la realidad social al margen de la subjetividad humana. Por otra parte, en lo que concierne a la distancia que los nuevos realistas toman frente al movimiento de la deconstrucción, cabe mencionar el nombre del representante central de esta corriente de pensamiento, el filósofo argelino Jacques Derrida, quien saltó a la fama internacional luego de plantear que la experiencia directa del mundo resulta imposible ante (debido) (a) el fin de la metafísica de la presencia.

Por último, en lo que respecta a los enfoques discursivos del “giro lingüístico”, que incluye a personajes tan variados como los filósofos pertenecientes a la tradición analítica Bertrand Russell, Ludwig Wittgenstein y Gottlob Frege, entre otros; pasando por figuras claves del estructuralismo francés como el antropólogo Claude Lévi-Strauss, el psicoanalista parisino Jacques Lacan y, quizá el más conocido e influyente de todos, Michel Foucault, los cuales coincidían en sostener —con sus respectivas divergencias— la supremacía del lenguaje, de los signos, y del significado como recurso fundamental en la construcción de la realidad.

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete