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¡Podréis quitarme todo, menos el miedo…! El humor y su(s) sentido(s) en el acto de la comunicación

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humor

Paul M. Smith. Untitled, from series This is not pornography 2002 Digital photography 125 x 110 cm Courtesy of the artist & Espacio Mínimo, Madrid

¿Y qué demonios es el humor?, se preguntaba, con la mejor de las paradojas fraseológicas, el mismísimo Dios desde una viñeta de Máximo (El País, 27-5-1990). Quizá “ni Dios lo sabe”, pero seguramente casi todos intuimos cómo se manifiesta y hasta nos atrevemos a dar una respuesta -humana- que nos parece buena por aproximación: el divino Dios todopoderoso tiene sentido del humor, y lo muestra revelándonos su ignorancia y apelando precisamente a su más peligroso enemigo, ese que quiere ser como él y anda tentando, fastidiando y engañando a todo el mundo. Los diccionarios lo dirían (lo dicen) de otra manera, sin duda, pero así es seguramente como mejor lo entendemos los limitados seres humanos: con ejemplos. No lo hemos detectado, el sentido del humor, en los animales -quizá porque aún no los comprendemos lo suficiente-, y eso nos hace sentirnos superiores: los únicos seres inteligentes y conscientes además de serlo de toda la creación.

Los diccionarios lo dirían (lo dicen) de otra manera, sin duda, pero así es seguramente como mejor lo entendemos los limitados seres humanos: con ejemplos

Para nosotros, la curiosidad intelectual, el deseo de comprender se derivan, si creemos a Arthur Koestler, de una necesidad tan básica como el hambre o el sexo: el impulso exploratorio. Y el sentido del humor -ese sentido (común) que todos tenemos, más o menos desarrollado, por el cual somos capaces de relativizar las cosas (o al menos ciertas cosas) y “distanciarnos” de ellas- es, sin duda, integrante esencial (o quizá resultado) de nuestro deseo de comprender y conocer, de nuestro impulso exploratorio. Instalados (inevitablemente) en el flujo incesante de la vida, en las rutinas estereotipadas del pensamiento y de la acción, nos servimos del humor -y del arte- como instrumento/s que nos permite/n acceder a experiencias y conocimientos que de otra manera no alcanzaríamos, revelar realidades (o aspectos de la realidad) que de otro modo no percibiríamos. Así, por ejemplo, quienquiera que definió “matrimonio” como ‘Dícese de la principal causa de divorcio’ no hizo sino incluir en el molde de la definición un rasgo no usual y aparentemente irrelevante en ella, desplazar hacia él su atención y la del destinatario e iluminar un aspecto antes ignorado, aspecto que nos revela de forma inesperada una-otra verdad. El sentido del humor actúa, así, como una particular disposición de ánimo o, más sencillamente, como una actitud peculiar ante la vida, ésa que hizo exclamar al dramaturgo Pedro Muñoz Seca -cargado de razón, sin duda- en su fusilamiento: ¡Podréis quitarme todo, menos el miedo…!

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