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Pequeña historia de un lugar

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Pablo López Luz. De la serie Frontera, 2014 - 2015 (detalle). Cortesía del artista

1.

Hacia los años cuarenta la Ciudad de México se había convertido en algo parecido a un pequeño París, en tanto punto de reunión de la vanguardia cultural. Y, sí, Nueva York estaba precisamente a punto de robarle a París la idea del arte moderno, pero la Ciudad de México y sus alrededores definitivamente tenían mejor clima. En realidad, desde principios de siglo, esta capital había congregado a artistas e intelectuales que, atraídos, sí, por la temperatura, la vegetación, las pirámides, el folclor y, quizá más que otra cosa, por el movimiento muralista y su barullo, pasaban aquí temporadas, algunos, el resto de la vida, otros. No obstante, la década anterior había agregado circunstancias, como el surgimiento del fascismo en Europa, que hicieron crecer notablemente las filas de visitantes, al punto de que ya entrados los años cuarenta la mitad del grupo surrealista, por ejemplo, se encontraba viviendo aquí, además de figuras del comunismo europeo que encontraron en este país un santuario en el que nadie hacía preguntas. Lo opuesto, desde luego, a los Estados Unidos, donde ni Benjamin Péret o Víctor Serge hubieran podido entrar; y ni qué decir de Trotsky, la figura a la que se debe, en buena medida, el efecto dominó que trajo, uno tras otro, a diversos intelectuales que peregrinaban a esta ciudad sólo para verlo. Y, claro, aquí estaban los célebres Frida y Diego para recibirlos a todos. Baste repasar el repertorio de personajes que entraron a México entre 1932 y 1949 para darse una idea de lo que estaba sucediendo aquí. Los enlisto de manera cronológica, según fueron llegando: Paul Strand, Luis Cardoza y Aragón, Aldous Huxley, Henri Cartier-Bresson, Philip Guston, Reuben Kadish, Josef y Anni Albers, John Steinbeck, Otto Rühle y Alice Rühle-Gerstel, Isamu Noguchi, Clara Porset, Antonin Artaud, Malcolm Lowry, Erich Fromm, León Trotsky, César Moro, André Breton, Wolfgang Paalen, Alice Rahon y Eva Sulzer, Kati y José Horna, Max Cetto, Kurt Stavenhagen, José Fehér, Julián Gorkin, Marceau Pivert, Gustav Regler, Víctor Serge y Vlady, Remedios Varo y Benjamin Péret, Emerico “Chiki” Weisz, Gordon Onslow Ford, Robert Motherwell, Roberto Matta, Leonora Carrington, Paul Westheim, Max Aub, Kurt Seligmann, Edward James, Luis Buñuel, Arnold Belkin y Mathias Goeritz.

2.

Y hay que decir que el encanto de la Ciudad de México, y de México, en general, nunca acabó de desvanecerse del todo. Tan es así que en 1957 se paseó por sus calles ni más ni menos que Marcel Duchamp.…

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