post_type:texto_central
Array ( [0] => 99369 [1] => 99370 [2] => 99371 [3] => 99372 [4] => 99373 [5] => 99374 [6] => 99375 [7] => 99376 [8] => 99377 [9] => 99378 [10] => 99379 [11] => 99380 ) 1
size_articulos_ids: 12
Current ID: 99369
Current pos: 0
Articulo anterior: Los hombres que odiaban a las mujeres
Articulo siguiente: Mataré lo femenino que hay en mí
prevID: 99368
nextID: 99370
anterior

Momento Femenino 1

siguiente
Priscilla Monge. Autorretrato con máscara. 2009. Cortesía de la artista

Do you feel hurt because it’s the “all black people look the same” moment, or because you are been confused with another after being so close to this other?

Claudia Rankine

I. Llegué a la estación central arrastrando una pequeña maleta por espacios repletos de nieve acumulada durante días para ir a una estación subsidiaria y tomar el metro en dirección al bed and breakfast donde me hospedaban los organizadores de la conferencia. El trecho al hostal también supuso caminar manzanas enteras con aceras resbaladizas por efecto del hielo petrificado en la superficie irregular de los adoquines. Llegué exhausta a la recepción de una vieja casona de madera de dos pisos donde me esperaba el mensaje de un profesor. Decía parcamente que me aguardaba en su casa para un trago y cena a las 6:30 pm. Eran las cinco y cuarto.

El venerable profesor y su esposa me recibieron en una casa victoriana situada dentro del campus universitario. Me pregunté si la casa de mis anfitriones había sido construida en el siglo XVIII. Recuerdo la conversación preliminar a la llegada de otros comensales. El profesor me hizo una complicada pregunta sobre Freud que no supe responder. Le dije que el padre del psicoanálisis no era mi especialidad a lo que respondió sonriente: “¿Cuál es tu especialidad?” La esposa quiso distraer la tensión llevándome a la cocina donde preparaba la cena mientras el profesor sorbía un whiskey junto a la chimenea. Llegaron otros académicos, uno de ellos un muy celebrado especialista en pintura europea que se hallaba de visita en la universidad con su elegante esposa, los otros eran dos estudiantes favoritos del anfitrión. Las mujeres nos apartamos naturalmente hacia un lado del salón mientras los hombres conversaban animadamente de temas eruditos. No hubo más preguntas.

Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO

Suscríbete