Reflexiones sobre la dificultad de convivir con los efectos de la misoginia sistémica
“No querer a las mujeres, cuando se es hombre, es una actitud. No querer a los hombres, cuando se es mujer, es una patología.”
“La culpa de todo fue de Lenin, que nunca entendió el glam proletario.”
“(…) al admitir que hay una división ‘natural’ entre mujeres y hombres, naturalizamos la historia, asumimos que ‘hombres’ y ‘mujeres’ siempre han existido y siempre existirán. No solo naturalizamos la historia, sino que también, en consecuencia, naturalizamos los fenómenos sociales que manifiestan nuestra opresión, haciendo imposible cualquier cambio.”
“En términos generales, los estereotipos sirven para reducir la complejidad, proporcionar definiciones convenientes del propio grupo (endogrupo) y de los otros grupos (exogrupo), proporcionar modelos simples para la autodefinición, evitar amenazas, facilitarnos la relación con los otros al permitirnos predecir su comportamiento, etc. Es decir, sirven para simplificar o sistematizar la información y así lograr la adaptación cognitiva y conductual a la abundancia de información y estímulos que nos proporciona el medio.”
1. Puntos de partida.
Viaje iniciático a los principios del movimiento queer
Hace ya unos cuantos años, a principios de 1995, cuando todavía llevábamos poco tiempo construyendo una identidad diluida como artistas, nos concedieron una de esas misérrimas ayudas que nuestros gobernantes llamaban becas y que se empezaron a otorgar a los estudiantes europeos a finales de los 80 para “favorecer la movilidad”. En nuestra universidad no ofertaban muchas ciudades, pero aún así conseguimos evadirnos de nuestro omnipresente sur (el norte de otros, todo es relativo) e instalarnos un tiempo en la ciudad de Glasgow. Contexto anglosajón, fish and chips. Durante el tiempo que pasamos allí encontramos un fuerte apoyo por parte de las mujeres de la Glasgow Women’s Library, un enclave activista/cultural, y pudimos comprobar cómo las cosas no son lo que parecen: al menos no lo son en términos de género, de clase social o de respeto a las minorías políticas.
En nuestra incipiente democracia, la misoginia era una postura defendida ininterrumpidamente desde muy diferentes posiciones ideológicas que la exhibían sin pudor
En la GWL no podían entrar hombres. No lo entendíamos, nos parecía un anacronismo típico de las prácticas más esencialistas de los 70, algo que a duras penas podía defenderse en un contexto que acababa de descubrir la performatividad del género y que además tenía ese carácter queer-punk hipersexualizado de los 90 y finales de los 80.…
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