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La gestión (2.0) de realidad y sus narrativas

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Parecen alejarse las sombras de aquellas distopías ciberpunk, conformadas por espacios digitales basados en la simulación, por ámbitos donde cuerpos e identidades se disolvían en campos electrónicos siempre inestables, siempre transmutables. Lo que los desarrollos tecnológicos a lo largo de esta última década nos han traído es, sin duda, algo bien distinto. Éstos se han centrado en una “feliz” gestión de realidad. De ahí que la red se haya llenado de presencias de personas concretas, con nombres y apellidos, con detallados perfiles, que escriben en blogs, que comparten las cosas que les gustan en redes sociales, que tratan de interactuar con otros sujetos a través de gustos y afinidades comunes y que desean “hacer de sí mismos” en un espacio abierto a múltiples interacciones sociales y afectivas posibles.

Probablemente, ningún otro fenómeno como el del blog haya señalado mejor esta reclamación de la subjetividad y del papel de un “yo” agente en el ámbito de la red, en un claro retorno a lo que podríamos denominar como una nueva “egología”: el mundo como aquello que percibo yo, siento yo, creo yo.

No en vano, la concepción de la web como un inmenso conjunto de singularidades activas, como una multitud heterogénea de sujetos que se expresan y relacionan, ha servido para que los más optimistas vieran en esta su segunda fase la concreción de una cierta forma de resistencia anunciada por la consigna “otro mundo es posible” y que necesariamente implicaría “un éxodo que va hacia nosotros mismos1Antonio Negri, «El arte y la cultura en la época del Imperio y en el tiempo de las multitudes», Ediciones simbióticas, 2005.

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