La aventura continúa
Al parecer, el hombre —una vez conquistadas la tierra y el mar, exploradas las selvas y los desiertos, el polo norte y el sur, dadas varias vueltas al mundo en barco y andando— solo puede continuar la aventura en el cielo.
Volar ya no es solo para los pájaros. El cielo, como el mar, son terrenos complicados para el ser humano, no es nuestro elemento natural y necesitamos prótesis, herramientas, artilugios, naves, barcos, aviones, globos, cohetes, naves espaciales. O tal vez solamente la imaginación. El más veloz de los vehículos. La aventura, el descubrimiento, no sería realmente tan importante, tan excitante, si no se pudieran contar hazañas. El explorador, como precursor del turista, tiene que demostrar que estuvo allí. Y ya no basta un dibujo. Pero hoy en día la fotografía, ni el video, son pruebas irrefutables. Tal vez lo más importante sea, siga siendo, una buena narración. Muchos fotógrafos actuales son mejores narradores, cuentistas, que realmente fotógrafos.
Sputnik (en ruso “satélite” o “compañero de viaje”) es el nombre del primer satélite lanzado al espacio por el hombre; fue lanzado por la Unión Soviética el 4 de octubre de 1957, en plena Guerra Fría y supuso una ventaja crucial para los sovieticos frente a Estados Unidos en la carrera espacial. Sputnik es, también, el nombre de la serie fotográfica que Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) realiza en 1997. En ella Fontcuberta se convierte en el astronauta soviético Iván Istochnikov, (lo más parecido a Joan Fontcuberta en ruso) que cuenta en primera persona su participación en la carrera espacial para destacar dos aspectos esenciales: el manejo de la información en un régimen totalitario y en otro democrático durante la Guerra Fría y, una vez más, el papel esencial de la fotografía y del documento en la creación de una historia falsa, el origen de las fake news y la relación simbiótica de fraternidad entre la copia y el original, entre la verdad y la mentira.
Joan Fontcuberta vive el éxito y la aventura, el reconocimiento popular en su papel de astronauta soviético y los viajes espaciales. Él no necesita costosas campañas espaciales, ni siquiera un avión de papel. Para volar, nada como la imaginación. Para engañar, nada como la fotografía. Tal vez solo lo mejora el cine.
La conquista del espacio apenas ha empezado en realidad.
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