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La actualidad de la crítica de arte en México

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Damián Ortega. Torch lamp, 2017. Foto: Alessandro Wang. Cortesía del artista y de kurimanzutto, Ciudad de México

Aclaración no pedida

Antes de entrar en materia, quisiera hacer un par de acotaciones que han sido relevantes durante el proceso de escritura de este texto. Es importante decir que cuando recibí el correo de Juan Albarrán para invitarme a colaborar en el cuarto número de la revista Utopía, “¿Qué fue de la crítica?”, lo primero que pensé (y sigo pensando) es que aceptar el encargo implicaba asumir una postura problemática dentro de mi propia producción, ya que la solicitud de hablar sobre la “actualidad de la crítica en México” implicaba necesariamente asumir el doble papel de juez y parte, ya que desde hace más de un lustro me he dedicado a escribir crítica de arte. Nunca lo he hecho de forma continua, pero sí con la suficiente consistencia como para que desde hace un par de años varias revistas y periódicos me publiquen (y paguen) textos de crítica. En este sentido, al intentar ofrecer un panorama de la actualidad de la crítica de arte en México tengo que entrar en un complejo juego de cuchillos para tomar la distancia que me permita describir un fenómeno del cual formo parte y en el que me importa asumir una postura muy concreta, a partir de mi formación como periodista.

Para dejarlo claro, la crítica de arte que me interesa y que intento hacer es aquella en la que se emiten juicios de valor sobre obras de arte, producciones artísticas, instituciones culturales, agendas curatoriales, agencias políticas y todo tipo de prácticas que acompañen a una exposición de arte contemporáneo. Me centro en el juicio por encima de la simple descripción o acompañamiento de los procesos de las obras, porque estoy convencido de que es el mejor medio para abrir un debate público que, considero, es lo más relevante y productivo de la crítica.

En ocasiones es mejor cambiar de amigos que de ideas

Olivier Debroise

Esta postura, también vale mencionar, no es la más sencilla o tersa, ya que en la mayoría de las ocasiones genera conflictos. Decir de forma crítica las cosas que uno piensa sobre las obras de arte siempre incomoda y, a la larga, tiene un precio. Pero como decía hace más de una década el historiador y crítico de arte Olivier Debroise (1952-2008): “En ocasiones es mejor cambiar de amigos que de ideas”. Ahora que algunos de mis textos me han generado declarados malquerientes, la frase de Olivier se vuelve más que eficiente.…

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