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Histeria fronteriza y la guerra contra la diferencia

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Rogelio López Cuenca. Que surja, 1991. Cortesía del artista

I. En octubre de 2006, el rey George firmó el proyecto de ley para construir un muro de seguridad adicional a lo largo de la tercera parte de la frontera entre EE.UU. y México. El plan consistía en levantar una pared repleta de sensores de movimiento. En la foto publicada en la primera página del diario mexicano La Jornada, George W. y un grupo de políticos y gobernadores oportunistas de los estados del suroeste posan en Arizona, ante un paisaje de postal. El presidente aparecía sentado a una mesa, firmando el proyecto de ley, mientras sus groupies aduladores, embelesados y con cara de papanatas, se desplegaban en abanico a su alrededor. Era puro arte de la performance con fines electorales. La foto se difundió en toda América Latina y provocó un gran escándalo. Entonces me pregunté: “¿Quién va a construir ese pinche muro? ¿Unos inmigrantes indocumentados contratados por Halliburton?”

Al cabo de un mes, el Congreso aprobó la propuesta, la misma semana que echaba por tierra el recurso de habeas corpus. ¿Mera coincidencia? Al otro lado de las fronteras de EE.UU., todo el mundo se pregunta: “¿Para qué necesita EE.UU. más muros y más política aislacionista? ¿No está ya bastante aislado?”. Pero dentro de nuestras fronteras, Washington no cesa de repetir: “¡Seguridad nacional! ¡Seguridad nacional! ¡Más muros, más leyes, más patrullas de frontera!”.

El discurso maestro de la seguridad nacional de EE.UU. (tal como lo escriben los neocons en colaboración con los medios dominantes) dice: “Los radicales musulmanes van a por ‘nosotros’. Los ‘inmigrantes ilegales’ nos quitarán ‘nuestros’ trabajos. Nosotros, víctimas de la ira de la historia, sólo somos testigos que pasábamos por allí. Nuestro único delito es creer en la libertad y la democracia”. Este estratégico despliegue de retórica del victimismo, el heroísmo y el pánico moral justifica el refuerzo de nuestras fronteras y las políticas internacionales de militarización.

II. Se trata del nuevo tipo de histeria inmigratoria: mejorada, aumentada y más blanca. Con el paso de los años, EE.UU. ha alimentado la convalecencia de sus ciudadanos desde el impacto posterior al 11-S, los presentadores nativistas, políticos oportunistas, comités asesores o think tanks de derechas (FAIR) y grupos de ciudadanos continúan describiendo a los inmigrantes latinos como la fuente de todos nuestros males sociales y culturales y de nuestras tribulaciones económicas, a veces incluso, como parientes lejanos de los extremistas árabes.

Las sanciones contra los empleadores por contratar a “ilegales” se han endurecido y se imponen con más frecuencia

Desde el 11-S, el territorio semiótico abarcado por la palabra “terrorista” se ha extendido.

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