Una de las primeras lecciones de vida que experimenté fue cuando intenté atrapar agua entre las manos y me resultó imposible. Insistí varias veces…, pero nada. El agua no se dejaba y se escapaba una y otra vez por mucho que intentara apretar las manos. No recuerdo la edad que tenía, pero sé que era muy niño. Con los años vi cómo mis hijos también lo intentaron hacer con los mismos infructuosos resultados que los míos. Pensé que igual estaba en nuestros genes; atrapar lo imposible, pero creo que eso es consustancial al ser humano.
EXIT ha conseguido, en este número, reflexionar visual e intelectualmente sobre el agua domesticada. Inicialmente suena raro asociar fotografía a este concepto, pero si pensamos un poco y miramos atrás, el agua tiene valores que forman parte de la semántica de la fotografía: reflejos, brillos, movimiento, superficie cambiante con la luz y, sobre todo, que contiene mucha metáfora y esconde infinidad de conceptos.
Aguas mansas, bravas, silenciosas, serenas o desbocadas (siempre buscando la libertad). Pero de lo que me toca escribir es del agua domesticada, atrapada, del agua que espera pacientemente a ser utilizada, que ha sido sometida y amansada por el hombre y, a veces, por la naturaleza.
La fotografía no deja de ser eso, una acotación, un encuadre del todo para crear una isla narrativa en donde todo sucede
Desde que Rosa Olivares me encargó el texto he dado muchas vueltas al tema. He descubierto que a lo largo de los años he realizado algunas imágenes que encajan en el tema y que forman parte de mi territorio visual. Viendo las fotos de nuevo he reflexionado sobre ellas y sus significados, pero, sobre todo, me he preguntado de dónde vienen. Este es un ejercicio que suelo hacer cuando tengo una exposición con cierto carácter retrospectivo y me reencuentro conmigo mismo en el pasado. Siempre me pregunto lo mismo: ¿dónde está el origen? ¿por qué esto y no lo otro? Con los años, las respuestas empiezo a sentirlas más certeras, y con el tema del agua domesticada han venido a mí dos fascinaciones de mi niñez: el terrorífico viaje por las alcantarillas del soldadito de plomo y el mar, de azul imposible con barco velero con casco rojo, entre palmeras de corcho de un diorama enmarcado de mi habitación.
El primero formaba parte de mis demonios y el segundo de mis anhelos, del sueño del paraíso.…
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